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Dirigida por el oscuro Melville W. Brown, la película empieza como una de tantas que nos presenta a un ser intolerante y claramente esnob (la madre), que está dispuesta a hacer lo que sea para impedir la boda de su hijo por cuestiones de raza y clase social. Ya nos temíamos un argumento con este contenido hasta llegar a un final acomodaticio de apenas dos minutos cuando, de repente,el guión da un giro completo y nos embarcamos en una historia al estilo de "The cat and the canary" (Paul Leni, 1927), es decir, una saludable mezcla de comedia y terror que se mantiene hasta la conclusión.
¿Quién es el artífice de tal cambio? En principio los guionistas, Harry O. Hoyt y Walter Antonhy, pero secundados a la perfección por una sublime ZaSu Pitts, que trabuca todas las palabras que dice y que con su eterna mirada perdida deambula por la casa donde se desarrolla la acción como un fantasma y descubriendo... fantasmas: velas que se apagan misteriosamente, puertas que se abren y cierran solas, sonidos guturales de procedencia desconocida, visitantes nocturnos, etcétera. En una palabra, Pitts se "come" literalmente a todo el reparto, y eso que Jean Hersholt está perfecto en su papel de ladrón de guante blanco y Alice Joyce lo borda como madre intolerante.
Las sorpresas se mantienen durante toda la película, la escenografía es perfecta y el final es justo el correcto, sin caer en sensiblerías. Una función que te hace desear más metraje porque lo que ves en la pantalla es materia de disfrute. A ello le añadimos que la copia llega en Blu-Ray, con excelente imagen.
(Eddie Constanti)