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Simplemente delicioso. No se nos ocurre otro mejor adjetivo para calificar este corto de treinta y un minutos, en cuyo transcurso flota un aura que nos parece retrotraer a las aventuras de un Tom Sawyer de nuestros días. Los elementos son clásicos: el niño que no puede salir a jugar con sus amigos por tener que atender unos encargos de su madre, el aburrimiento que le supera, su casi "fuga" para ir en busca de aventuras, un oso y un perro en su camino y una peripecia que, casi sin quererlo, le convertirá en un pequeño héroe dentro de su entorno.
Nell Shipman parece mover la cámara sin ninguna sofisticación superflua (no hace falta), siguiendo el paso de Henry, acompañándolo. Las situaciones no son rebuscadas sino que "surgen" como algo natural en esa andanza del chaval. No hay peligro en sus dos compañeros de viaje, el oso y el perro, porque ambos también desean la libertad que les faltaba hasta entonces. Y no hay "mensajes" educaciones, moralistas ni de ningún otro tipo; pasa lo que pasa porque en la vida pasan cosas, así de simple. ¿La propuesta no os parece atractiva?
Creo que os gustará. Y a los que tenéis hijos, más. Podéis contar con retenerlos treinta y un minutos sin pestañear frente a la pantalla. Seguro.
(Eddie Constanti)