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Todo empezó en Leeds, al norte de Inglaterra, cuando el francés Louis Le Prince (anunciado como el "Padre de Cinematografía" desde 1930) grabó las primeras imágenes en movimiento del mundo en 1888. Después de él, el fotógrafo e inventor William Friese-Greene desarrolló las primeras imágenes con movimiento en celuloide y patentó el proceso en 1890. El Reino Unido siguió innovando en la industria. En 1899, el inventor y director de fotografía Edward Raymond Turner desarrolló las primeras películas en color y patentó un proceso cinematográfico aditivo de 3 colores. La primera película en color fue encontrada en 2012 por el Museo Nacional de Medios británicos en Bradford y data de 1902. Es importante señalar, sin embargo, que se cree que otro británico, George Albert Smith, había desarrollado el primer sistema de color, Kinemacolor, en 1908.
Durante la década de 1910 hasta mediados de 1920, el cine británico comenzó quedarse atrás respecto al estadounidense debido al mayor mercado en América y a la Primera Guerra Mundial (un tiempo en el que las finanzas del país se centraron en la guerra). Esta época vio las notables obras de Charlie Chaplin en el cine silente, a pesar del hecho de que sus primeras apariciones y su éxito en el cine se produjeron en EE.UU. En la cima de su carrera, Chaplin se enfrentó a numerosos escándalos, incluyendo vínculos con el comunismo en América en la década de 1940.
La película
Considerada como la primera película británica de ciencia ficción, se trata más bien de una fantasía inspirada en "Un cuento de Navidad", con la guía moral que proviene no de un sueño, sino de Marte. Está protagonizada por Charles Hawtrey, de 56 años, demasiado mayor para el papel de un joven egoísta. Él mismo interpretó por primera vez ese personaje en el escenario, en 1899.
Aunque la película tiene bastantes exteriores, con escenas en Marte y en las calles de Londres (incluida Trafalgar Square), todavía ofrece una visión poco común de la forma en que se habría representado un drama hace más de cien años. Hawtrey fue considerado como uno de los primeros actores naturalistas y, sin embargo, ya usaba lo que ahora se llamaría gestos comunes: se frota las manos con júbilo unas cuatro veces seguidas. El elenco de reparto es poco llamativo. La película también es interesante por su relativa sofisticación. Aunque la cámara es estática, hay varios efectos especiales, el más notable (y contemporáneo) es el proceso utilizado para sugerir que Horace ha sido "golpeado" por el marciano.
El presupuesto también permitió incluir un edificio en llamas, algo poco común en 1913. La versión bajo revisión fue restaurada por el BFI en 2014. Tiene virados, por lo que las especificaciones técnicas deberían reflejar que, oficialmente, la película ahora está en color (las escenas nocturnas, teñidas de azul, son desorientadoras porque el rodaje se realizó claramente a la luz del sol). La nueva partitura electrónica, encargada a Matthew Herbert, sugiere otro mundo pero no ayuda en las escenas de baile. La impresión, disponible en línea y en televisión, dura alrededor de 60, no 69 minutos. No está claro si el crítico que hizo la reseña en 2002 de alguna manera vio una versión más larga; pero para que conste, así es como la nueva versión se diferencia de la suya.
No sabemos si Horace es astrónomo: no lee un artículo de revista sobre vida inteligente en Marte y no se duerme en su estudio. Sólo se nos muestra en su sala de estar y las escenas iniciales y los títulos intermedios implican que lo que sigue no es un sueño. El marciano no viste "ropa negra ajustada" y lo vemos llegando frente a la casa de Horace. No hay indicios de que el vagabundo sea "un inventor al que se le robaron los frutos de su trabajo". Simplemente se presenta en casa de Horace en busca de trabajo. No hay escenas en las que a Horace se le permita escuchar a escondidas las conversaciones de sus amigos ni en las que se pierda la fortuna de Horace. La película también es valiosa porque muestra que alguna vez fue común dar propina a los policías. Posdata de 2018.- La otra revisión a la que me refiero anteriormente es del notorio F. Gwynplaine Macintyre. Cuando revisé "Un mensaje de Marte", llevaba cinco años muerto. Muchos sabrán que, tras su muerte, se reveló que tenía la costumbre de fingir haber visto películas muy antiguas, muchas de ellas presuntamente perdidas. Creo que podemos decir con seguridad que no vio una versión más larga de esta cinta.
