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Charley Bowers (1889-1946), fue un animador, dibujante, actor y director de cine, pionero de la animación con la imagen real. Los inicios de la carrera de Charley Bowers son muy oscuros. Lo primero que se sabe de él es que empezó trabajando en los Barre Studios, primero como animador y después como director de una larga serie de más de doscientos episodios, basada en los populares personajes de cómic Mutt and Jerry.
A mitad de los años veinte se independizó, empezando a rodar su propia serie para R-C Pictures protagonizada, escrita, dirigida y animada por él mismo. En esta serie Charley Bowers realizó un tipo de trabajo absolutamente innovador, a medio camino del slapstick tradicional y de las animaciones al estilo del ruso Igor Starevich: por una parte, creando un personaje de imagen real, con una psicología definida -interpretado por él mismo- enfrentado a toda una serie de situaciones cómicas y, por la otra, la inclusión de elementos extraños, como personajes animados; que interactúan con los actores y efectos especiales delirantes, en una línea más próxima a Georges Méliès o Segundo de Chomón.
Como actor cómico, Charley Bowers no tenía el carisma que tendría un Chaplin, un Keaton o hasta casi cualquiera de las grandes figuras del género, pero compuso un personaje, "Bricolo", agradable y con solvente profesionalidad, de una manera muy superior, por ejemplo, a los pobres intentos interpretativos del propio Max Fleischer en los cortos del payaso Koko. Bricolo es un individuo siempre optimista con la tecnología -fuertemente inspirado en los futuristas-, fascinado por los inventos más inverosímiles, dispuesto a imaginar los creaciones más imposibles para las dificultades más cotidianas. A través de estos inventos es justamente donde Charley Bowers aporta lo mejor de su experiencia en el mundo de la animación, creando algunas de las escenas más sorprendentes de todo el cine silente.
El redescubrimiento de Charley Bowers ha sido uno de los más espectaculares de las últimas décadas de la historiografía y recuperación de clásicos del cine. El nombre de Charley Bowers estaba absolutamente olvidado, incluso en los más rigurosos estudios sobre slapstick o animación. Las únicas referencias que quedaban de él eran dos fugaces comentarios: uno de André Breton y el otro de Rafael Alberti.
Casualmente, en el año 2001 se descubrieron en Francia unas latas que contenían quince películas completas del desconocido cineasta. Las películas fueron toda una sensación y los historiadores no podían comprender cómo pudo quedar olvidada una obra de un valor tan excepcional. Los siguientes trabajos de búsqueda descubrieron que el cómico era conocido en Francia por el nombre artístico de Bricolo y poca cosa más.
Hizo su postrera película en 1939 y pasó los últimos años de su vida ilustrando libros para niños y una tira cómica para el "Jersey Journal". Es posible que algunos de vosotros no hayáis oído hablar de Bowers; por eso, hemos decidido acercaros al universo incomparable de este artista, un universo en que las ostras cobran vida y la maquinaria para hervir un huevo es de una complejidad asombrosa.
La película
Este corto de dibujos animados de Charles Bowers es bastante divertido. Estamos en el final de la Gran Guerra y al Tío Sam le está tomando un tiempo traer a todos sus soldados de regreso a casa. Uno de ellos se impacienta, por lo que decide irse del campamento con una mujer, lo que lo deja sin permiso y pronto le suceden todo tipo de cosas malas. Aquí la animación es tan simple como la que más, pero no hay duda de que está muy bien dibujada y ciertamente da vida a los personajes. El soldado protagonista es algo así como un gran idiota y esto genera muchos gags, ya que constantemente se mete en problemas mayores sólo por no ser paciente. Los fans de esta era de la animación disfrutarán con este corto y los nuevos descubrirán que éste es un buen lugar para comenzar.
