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Poco más de una bobina de este corto de 1922 parece haber sobrevivido, lo cual es una lástima. Por supuesto, cada bobina de película perdida es un hecho triste, pero ésta es una película de Stan Laurel, uno de los grandes talentos de la comedia cinematográfica y la desaparición de una de sus películas es mayor que, digamos, una comedia perdida de Al Joy. Con todo, ésta no es una comedia particularmente buena.
Si bien algunos de los gags están bien trenzados, como saltar por la alfombra en su habitación sin una razón clara, otros son simples chistes visuales, como alcanzar una tiza de billar y arrebatarle la peluca a una mujer calva. Se advierte que Stan parece estar usando mucho rimel alrededor de sus ojos. El material de película ortocromático que se usaba en ese momento no podía captar sus ojos azul pálido y éste era un medio de compensación. En un par de años, el stock pancromático se convertiría en estándar y el maquillaje de ojos desaparecería. Y Stan aprendería a estructurar brillantemente sus gags.
Y no nos olvidemos de citar al director del corto, el cowboy políticamente incorrecto Gilbert M. "Broncho Billy" Anderson, que firmaría otras películas con Laurel.