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Amor y deber


General

Titulo original: Lian ai yu yi wu (Love an Duty)
Nacionalidad: China
Año de producción: 1931
Género: Drama

Otras personas

Director: Bu Wancang
Escritor: Zhu Shilin; Stephanie Rosen-hua
Productor/Estudio: Lianhua Film Company
Compositor:
Fotografia: Shaofen Huang

Funcionalidades

Duración: 152
Pistas de idioma: Muda
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: BD
Soporte: x264
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Excelente
Peso: 2,5 Gb

Reparto

  • Chen Yanyan
  • Jin Yan
  • Liu Jiqun
  • Ruan Lingyu

Sinopsis

El hijo de una familia de clase media descubre por casualidad que una joven vecina, hija de un rico comerciante, hace su mismo trayecto cada día para ir al instituto. La sigue, pero nunca decide hablar con ella. Cuando ya se conocen, las conveniencias sociales evitarán que su relación avance por los caminos naturales que dicta el amor. Años después, con ambos asentados en su vida de adulto, volverán a reencontrarse.

Comentarios

Ruan Lingyu (Fenggen) vino al mundo el 26 de abril de 1910, en el seno de una familia obrera de Shanghai. Su padre murió cuando ella contaba seis años y su madre se vio obligada a trabajar como criada. Sin embargo, pudo dar estudios a Ruan, aunque ocultando siempre su trabajo de sirvienta, para evitar que la niña fuese mal vista por sus compañeras de clase. Esto motivó que Ruan decidiese, desde muy joven, ayudar económicamente a la familia.

Con sólo dieciséis años fue contratada por un estudio cinematográfico, donde participó en pequeños papeles dentro de producciones modestas. También con esa misma edad, contrajo matrimonio con Zhang Damin, un joven ludópata, que gastaba todo lo que ella ganaba en el juego. Separada de él, se relacionó con Tang Jishan, un magnate del té, al tiempo que cambiaba de productora y empezaban sus éxitos como actriz.

Su despegue hacia el estrellato se inició con "Sueño de primavera de una capital vieja" (1930). A partir de entonces, el público la adoró... a la vez que la prensa trataba de hundirla exponiendo su vida personal. La revista "Star Daily" la calificó como la "reina de las películas". Ya en la cima de la popularidad y con la prensa husmeando cualquier detalle de su entorno, Ruan no pudo soportar la presión a la que era sometida y el ocho de marzo de 1935, a los veinticuatro años, se suicidó por la ingesta de barbitúricos. En aquel momento se rumoreó que Jishan pudo haberla maltratado físicamente esa misma noche. En su entierro se formó una procesión humana de cinco kilómetros y tres mujeres se suicidaron durante el mismo.

El arte interpretativo de Ruan Lingyu se basaba en la espontaneidad y el lenguaje corporal natural que desprendían sus gestos. Cuando reía, la pantalla, literalmente, se iluminaba. Cuando lloraba, rompía el corazón de los espectadores. Mujer bellísima, no necesitaba recurrir a la gestualidad artificiosa de tantos compañeros de profesión en esa época. Su trabajo para el cine nos muestra a una joven más moderna que sus coetáneos, implicada en los roles sociales y nacionales como ninguna otra mujer china lo había estado hasta entonces. Pero cuando más alto se hallaba, cuando más se esperaba de ella, el agobio por circunstancias comprobadas y otras que nadie sabrá nunca, acabó con ella. ¡Qué pena! ¡Qué desperdicio de belleza y de arte! ¿Qué hubiese podido conseguir Lingyu ya en pleno sonoro, en la década de los treinta y cuarenta? Otro de los misterios con que el mundo del cine engrosa su leyenda.
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Otro milagro: el Taiwan Film Classics ha encontrado y restaurado la versión completa de esta película, que se daba por perdida. Como recordaréis, en el ciclo que os pasamos de Ruan Ling Yu sólo podemos ofreceros unos treinta y ocho minutos; ahora tenemos 152 minutos de tomo y lomo para nuestro disfrute.

Con el material que nos ha llegado, casi podríamos afirmar que "Amor y deber" es la creación más completa de la divina Ruan Ling Yu (¡hay que ver con que naturalidad lloraba esa mujer!). Aquí interpreta nada menos que a tres personajes: la Nei Fan joven, la Nei Fan mayor y la hija de la Nei Fan joven. Y lo hace con una sutileza y estudio gestual que nos llena de asombro. En su papel de Nei Fan mayor, borda su trabajo (rasgos oscuros, dientes mellados, movimientos torpes). Es un prodigio de naturalidad y, una vez más, nos hace maldecir el destino que la llevó a matarse a los veinticuatro años.

La película (¡espléndida imagen!) es un drama de pañuelo y moco subido, no nos vamos a engañar. Matrimonios forzados, fuga de enamorados, escándalo público, muertes, suicidios, esposas repudiadas... todo esto y más en una producción bastante elemental y que, sin embargo, anota detalles de calidad. Por otra parte, el guión es tirando a convencional -por no decir abiertamente machista-, pero se trata de las costumbres que regían en China en esa época, por más que ahora nos cueste asimilarlas.

Así que, dejaos hechizar por las primeras imágenes de Ruan Ling Yu colegial, caminando graciosamente hacia el instituto y luego me confesaréis si no os habéis enamorado un poco de ella.

Dirigida por Bu Wancang, es apreciable la "modernidad" que éste imprime al relato por medio, por ejemplo, de travellings naturales y a la inversa que siguen a Ruan desde que sale de casa hasta llegar al instituto, acompañando el leve y encantador movimiento de caderas de la joven. El filme también se distingue por mostrar y criticar el acendrado régimen dictatorial que reinaba en las familias chinas de esa época, que obligaba a las jóvenes a casarse con el pretendiente elegido por el padre, siempre según baremos de poderío económico.

La historia está bien construida y los intérpretes mejor definidos. Ella, Ruan, tiene momentos tan cómicos como cuando demuestra, ya casada (a la fuerza), el poco apego que siente hacia ese marido impuesto; o secuencias tan enternecedoras como la del reencuentro, en circunstancias no muy habituales. Se dice que el público chino, tan acostumbrado a relatos históricos farragosos y cargados de pompa, literalmente enloqueció al ver la actuación de Ruan. Las jóvenes enseguida la tomaron como un reflejo de sus sentimientos más profundos y un ejemplo para seguir.

Eddie Constanti