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Película de propaganda anti-mormona realizada en Inglaterra en 1922, era una adaptación de una novela de una mujer llamada Winifred Graham, escrita en 1911. Fue una novela muy popular en la época, y la propia película también lo fue. El malvado anciano mormón, interpretado por Louis Willoughby, es tan encantador que, con unas diez palabras, convence a Evelyn Brent para que deje a su prometido y se una a él. Sólo después de que Brent se case con Willoughby se da cuenta de que no es su primera esposa. Peor aún, ha convencido a varios de sus compañeros de trabajo para que se unan a los otros misioneros mormones. Como la mayoría de las curiosidades históricas, esta es, en su mayor parte, un aburrimiento. Sin embargo, tiene sus momentos risibles, y el trabajo de Willoughby es divertido.
Realmente, hay que tomarse la película por el lado de la franca carcajada. Fijaos en la primera secuencia: el mormón malo y seductor, en primer plano, fija su mirada en la cámara y pone ojos de vampiro, mientras se acerca al objetivo hasta quedar desenfocado. Como si nos dijese, "¿Veis lo malo que soy?". Pero una cosa buena sí tiene: la banda sonora interpretada al órgano de iglesia.