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Entre dos buenas películas (Dallas y La estrella), Heisler realizó la que quizás sea su mejor película, con un maravilloso guión coescrito por dos grandes guionistas de Hollywood: Richard Brooks, se nota su mano en el peso del periodismo en la escena previa a la encuesta y el personaje asesinado, y Daniel Fuchs (tras dos grandes películas de cine negro: Criss Cross de Siodmark y Pánico en las calles de Elia Kazan). Con estos mimbres-guionistas era difícil hacer una mala película. Un guión muy trabajado con algunos diálogos deslumbrantes y escenas muy teatrales (como el primer encuentro entre los dos cuñados, con un plano casi único y el movimiento de los actores como en un ballet, y la música de Anfitheatrof subrayando la escena) elaboran una gran película. Sobre los 4 actores protagonistas, destacar el papel casi protagonista del Reagan, muchos años antes de ser presidente de USA, aquí como fiscal de Rockpoint y con unos primeros minutos de su aparición en el lugar del crimen con las manos en los bolsillos y mirando al infinito, un Steve Cochran sobreactuado y dos hermosas hermanas (la Day y la Rogers, muy alejadas de los papeles que les hicieron famosas).
Tiene una primera mitad fantásticamente estructurada con la presentación del tema y de los protagonistas y una segunda parte cayendo casi en lo previsible con un final de gran guignol. Una gran película de cine negro de los años cincuenta, poco conocida, pero imprescindible para entender este tipo de cine norteamericano con crítica social de fondo, desarrollado en dos días (más bien, en dos noches), como una unidad de tiempo teatral y cierto parecido temático con Conspiración de silencio de John Sturges. Casi una obra maestra a reivindicar.
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Normalmente la obra ha sido despreciada debido tal vez a un tratamiento poco realista del Ku Klux Klan, organización racista de extrema derecha, cuyas actividades clandestinas (con miembros encapuchados) de represión contra homosexuales y otras razas eran de extremada violencia.
Sea como fuere, la película tiene una narrativa fabulosa de cine negro, y en el momento en que Ginger Rogers pone un pie en la estación del pueblo a la que acaba de llegar, ocurren cosas extrañas que no puede comprender (todos los negocios cierran, las luces se apagan, la gente huye sin motivo, un taxista dice no serlo), para llegar a un climax poco después con el que el espectador queda atrapado desde el principio, gracias a la gran descripción de atmósferas de todos los lugares del pueblo.
Abundan las piezas interesantes en la trama: la investigación del fiscal (Ronald Reagan) del asesinato, un pueblo gobernado bajo el terrorismo y la ley del silencio, el drama de la hermana de la Rogers (Doris Day)... pero son manejadas con absoluta solvencia por el director, en un conjunto impecable, al menos en lo que se refiere a la película como obra de ficción, que puede asociarse perfectamente con otras obras de denuncia de la época, que muchas veces eran una forma encubierta de protesta al Macarthysmo, y tal vez sea ésta la razón por la que la película no goza de mayor reputación.
En un segundo término merece destacarse además que hoy en día la obra es una rara avis, debido al reparto: una rara incursión de Doris Day como hermana de una Ginger Rogers, a la cuál cabe más imaginar como simpatizante del KKK en la vida real, que como denunciante, y un Ronald Reagan que posteriormente sería un presidente un tanto fascistoide, en contraste con su papel en este film.
Lo que sí que no sorprende es encontrar a los escritores Daniel Fuch y Richard Brooks, que había escrito una novela sobre homosexuales marginados que sirvió de base al film antisemita "Encrucijada de odios" (E. Dmytryk, 1947).
