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Si ha existido una directora de cine en Estados Unidos a la que poder calificar como aventurera y amante-protectora de los animales, ésa fue, sin duda, Nell Shipman. De hecho nació en Canadá, aunque su familia se trasladó a Hollywood cuando ella contaba con trece años. Tras una corta carrera como actriz de teatro, pronto se inició en el mundo del cine, donde llegaría a ser no sólo actriz, sino también guionista, productora y directora de sus propias películas, actividades que conjuntaba con su afición al adiestramientos de animales. Llegó incluso a disponer de un zoo propio, con más de doscientas especies.
En sus películas muchas veces adaptó relatos de James Oliver Curwood y concretamente en su primer éxito, "Back to God's Country", organizó un pequeño escándalo al aparecer desnuda en una breve escena, la primera que se recuerda en esa época. En sus papeles interpretaba a mujeres con gran fortaleza, algo que también caracterizaba su vida personal (se perdió dos días en plena naturaleza, junto a su segundo marido, Bert Van Tuyle, en Spokane, hasta que fueron rescatados).
En 1918 sufrió la gripe española y estuvo a punto de morir. Perdió todo su pelo, aunque luego volvió a crecerle. A partir de mediados de los veinte empezó a tener problemas para comercializar sus películas y se vio obligada a vender su zoo por no poder alimentar a los animales. En esa época también se separó de Van Tuyle y por fin tuvo que olvidarse de la industria hollywoodiense para dedicarse a escribir guiones y cuentos infantiles, siempre con la temática de la vida salvaje como fondo.
"Back to god's country" se basa libremente en una novela, no de Jack London, sino similar a su "Colmillo blanco" y "Call of the Wild", siempre dentro del género. Se adaptó libremente para dar mayor protagonismo a Nell Shipman, quien incluso en la iluminación plana habitual, en la era de 1919, se nos ofrece como del tipo de "Jane Alexander", muy intrépida. La simple historia de villanía, derivada de la lujuria, se nos cuenta de manera algo confusa. Sin embargo, ése puede ser el resultado de las dificultades de restauración de la vieja película, que necesitó de varias copias de cinematecas distintas para configurarla. Hay algunas escenas excelentes que evocan la terrible soledad de los inviernos árticos. No es una "gran pieza de museo", pero es interesante y vale la pena verla.
(Eddie Constanti)