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Una mujer ya crecidita que interpreta el papel de una adolescente que sueña con piratas y viajes a ultramar; un supuesto "joven" que pasa de los cuarenta y que interpreta el papel de príncipe encantador; el padre de la chica, profesor más o menos chiflado que alimenta a los peces ... ¡con sus vómitos! y es raptado por piratas que no son piratas, sino simples contrabandistas y estafadores. ¿Qué nos puede deparar un argumento con tantas incongruencias y en principio tan disparatado? Rollin S. Sturgeon, uno de los más oscuros directores del silente, toma ese material y para nuestra sorpresa nos entrega una película simpática y amena que, además, tiene la virtud de mostrarnos a una de las actrices de dicho período, Juliette Day, menos conocida por estos lares. Provista de virados de color, aunque con una imagen que no tiene la calidad que desearíamos, "Betty y los bucaneros" cuenta con las suficientes cualidades (y en algunos momentos incluso destellos de buen romanticismo, como las escenas del parque), para entretenernos durante los poco más de sesenta minutos que dura su metraje. Nota.- A los autores de esta recuperación no se les ha ocurrido nada mejor como banda sonora que "El himno a la alegría" de Beethoven. Sin comentarios.