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Boda en Arad, uno de los documentales más antiguos filmados en Rumania que aún se conserva, es una producción durante la ocupación austrohúngara de Transilvania, un período en el que floreció la producción cinematográfica en la región bajo la influencia de los cineastas húngaros. Nacido en 1866, Szendrey comenzó su carrera en la actuación y la dirección teatral, al igual que muchos de los primeros directores de cine, lo que se puede ver en su uso favorito del espacio y las convenciones teatrales en las producciones de la época. Una convención visible tanto al principio como al final de la película: los actores aparecen detrás de una cortina, y los últimos minutos de la película son el registro de un espectáculo que parece adaptado a la vida de Napoleón Bonaparte.
Producida en colaboración con la productora y distribuidora Projectograph de Budapest, la ópera prima de Mihály Szendrey combina elementos de ficción y documental para plasmar el ritual de una boda – por un lado, los novios y algunos de los personajes secundarios parecen ser interpretados por actores del Teatro Nacional de Arad (cuyo director era Szendrey), pero dada la figuración masiva de la película y la actitud eufórica de las masas, es fácil deducir que muchas de sus reacciones fueron espontáneas. Aunque no sucede mucho en la película desde el punto de vista narrativo (vemos la celebración de la boda en el mercado y la alegría de la comunidad, un pequeño ritual y la ceremonia del casamiento), las imágenes que capta son de las pocas que se conservan de la período anterior a la guerra, especialmente en Transilvania, una región donde la producción cinematográfica florece bajo la influencia imperial y que desaparece con la reunificación de los principados. Y no sabemos mucho sobre la boda en la película, aparte del hecho de que después de la boda se visten con ropa social y van al teatro (un poco autorreflexivo del cineasta). Pero lo que se puede decir con certeza es que su beso apasionado en el centro de la película es probablemente el beso más antiguo que se conserva en el cine rumano.
Flavia Dima
