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En 1916, el "Motion Picture News Studio Directory" acreditó a Ida May Park, nativa de Los Ángeles, con doce años de experiencia en la industria, como una "mujer líder en apoyo de las estrellas conocidas" y con experiencia en el negocio en la Pathé y la Universal, donde ella estaba entonces empleada como guonista. Park triunfó en la Universal, donde escribió cuarenta y cuatro películas, la mitad de ellas largometrajes, entre 1914 y 1919. Antes de 1917, el esposo de Park, Joseph De Grasse, dirigió casi todas las películas que ella escribió. En 1917, Park comenzó a dirigir sus propios guiones y, según se dice, también editándolos. Es importante entender a Park como parte de una fuerte presencia creativa a la que ahora nos referimos como "mujeres universales", aquellas que entre 1912 y 1919 fueron promovidas de sólo actuar a dirigir y que acreditaron al menos ciento setenta títulos, un grupo que incluía a Ruth Ann Baldwin, Cleo Madison, Ruth Stonehouse, Lois Weber y Elsie Jane Wilson. Park y De Grasse dejaron la Universal en la primavera o el verano de 1919 por razones aún desconocidas.
La carrera como directora de Park terminó en 1920. Por coincidencia (o tal vez no), ése fue también el año en que publicó un artículo en "Careers for Women", en el que describía con contundencia la dirección como un "campo abierto" para aquellas mujeres que fuesen "resistentes y decididas". Sin embargo, Park no podía prever el futuro de su profesión. La carrera de De Grasse, su marido, continuó e incluso dirigió el guión de Park para "The Hidden Way", en 1926. Pero en 1930, sus días en la silla de director también habían llegado a su fin. Hoy, por desgracia, nos queda muy poca constancia en imágenes de aquella colaboración entre Park y De Grasse.
(Eddie Constanti)
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Curiosa película, si no plenamente conseguida, sí con el encanto de esas producciones de finales de los años diez y con bastantes puntos a su favor. Por ejemplo, encontramos al bueno de Lon Chaney en un papel bastante desagradecido, como macarrilla de pueblo, que recibe más tortas que el aprendiz de una panadería. O la misma protagonista, Dorothy Phillips, que en su día fue calificada como "Kid Nazimova", por la forma que tenía de imitar a esa estrella del silente.
Ida May Park enseguida lleva el argumento a su terreno, es decir, a la lucha entre sexos de la joven provinciana y el magnate que piensa que todas las chicas tienen un precio. Cuando ella sufra un accidente por su acoso, él cambiará su forma de ver a las mujeres y se rendirá a sus pies. Será el momento en que ella deba jugar sus bazas, porque en el proceso ha surgido un nuevo "prometido" que también aspira a su mano.
Ágil en su planteamiento, pero con un ritmo algo dubitativo en su desenlace, la buena mano de la directora se advierte en unas escenas engarzadas con sabiduría cinematográfica. Ida May Park no tuvo demasiadas oportunidades de mostrar su valía dentro de la industria, pero aquí demuestra que, en su tiempo, pudo equipararse con otras pioneras, si le hubiesen ofrecido empresas mayores. Por desgracia, hoy apenas nos quedan retazos de su quehacer tras la cámara y éstos son los que ahora os traemos para vuestra consideración.
(Eddie Constanti)
