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Empezó a dirigirla Lewis Milestone pero el realizador final fue Richard Rosson. A punto de alcanzar la época del sonoro (1926), he aquí otro vehículo para el lucimiento de Gloria Swanson, que interpreta a una joven corista, siempre vigilada por su celoso hermano, que conoce a un ricachon aburrido de la Sexta avenida en Nochevieja. Surge el amor, pero la diferencia social que existe entre ambos es una traba que parece insalvable. La tía del ricachón tomará a su cargo a la muchacha y la capacitará en los principios de elegancia y etiqueta. Sin embargo, al ver que se ha convertido en una flor mustia y sin corazón, su galán se sentirá descontento.
Parábola muchas veces repetida en el cine, lejanamente emparentada con el clásico relato de Pigmalión, contiene algunas escenas de mérito, como la visita al circo de pulgas o el primer beso de la pareja, tomado en primer plano, con una maravillosa expresión de la Swanson, que primero besa con los ojos abertos, luego los cierra por el éxtasis y más tarde vuelve a abrirlos, como preguntándose si aquello que siente es real. También aparece un loro que tiene su parte de protagonismo en la trama y en conjunto, aunque el desenlace no nos sorprenda, se ve con agrado. Y prestad atención a la agilidad de Swanson para dar volteretas sobre sí misma (no es una doble la que la suplanta, como explicaba después del rodaje). La copia no es para tirar cohetes, pero cosas más roñosas hemos visto en la red.
Eduard José Gasulla