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Versión con el metraje completo.
La eterna lucha de sexos entre ese pastor y la más mimada hija de la mejor sociedad que, sin embargo, a pesar de su aparente ateísmo se siente atraída por el ministro desde la primera escena, cuando lo descubre en la playa, en bañador y efectuando ejercicios gimnásticos. Primera escena y primer encontronazo dialéctico entre los dos. Luego, quizá por jugar, tal vez por tentarlo, se introduce en su casa con la excusa de revisar sus principios morales. La madre del pastor trata de alejarlo de la joven, pero es indudable que, a pesar de ser polos opuestos (o justamente por eso mismo), ambos se caen bien.
Sin embargo la joven se niega a reconocer sus verdaderos sentimientos e incrementa la locura en que se ha convertido su vida, hasta llegar a un final dramático a bordo de un yate, en que el pastor deberá salvarle la vida y algo peor que la muerte (hablo de perder la flor de su secreto, como habréis adivinado). Destaquemos también esa escena en que la joven encuentra a su padre en un tugurio y él pretende reñirla, mientras su esposa está en casa sin enterarse de los devaneos del marido. Genial situación
Billie Dove está sensual e incitante. Raymond Bloomer, el pastor, resuelve su papel con energía y buenas maneras. En todo momento se nota la mano serena y meticulosa de Weber, que aquí nos demuestra una vez más que en las relaciones entre hombre y mujer no sólo hay malos o buenos en uno u otro sexo, sino que la cosa está más bien repartida o que a menudo existen distintas tonalidades de grises y no únicamente blanco y negro.