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Si en el cine de terror de serie B el mejor y máximo exponente de que la calidad y el entretenimiento son posibles sin muchos medios es sin lugar a dudas Roger Corman, su homónimo en el western sería Budd Boetticher, un director que en los años cincuenta realizó un puñado de películas de vaqueros de un nivel altísimo con cuatro duros.
Rodada en su santuario cinematográfico de Lone Pine en California, con guión de otro friki del western como Burt Kennedy y por supuesto producida y protagonizada por el maravilloso Randolph Scott, nos encontramos con un tipo de películas que se adelantan a su tiempo, por la dureza de los personajes y situaciones, desde la puesta en escena hasta los planos muy atrevidos de su musa Karen Steele.
En “Cabalgar en solitario” anticipamos todo el cine que vendrá después de maestros como Peckinpah o Leone, lo que convierten a estas películas en inusuales dentro de una década donde e estilo era mucho más clásico.
Por si faltaban ingredientes atractivos hay que añadir el debut de James Coburn en pantalla grande y la presencia del malo malísimo Lee Van Cleef en un papel como anillo al dedo.