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La Corona fue una sociedad de producción nacida en Turín, cuando Umberto Corona, el fundador, decidió ampliar su actividad en el sector, hasta entonces limitada a la distribución de películas en el noreste de Italia. De las 36 películas producidas entre 1914 y 1918, en su mayor parte en el género de aventuras, de bajo presupuesto e interpretadas por actores de segundo plano, hasta hoy se conocía solo Filibus, un curioso y divertido antepasado del cine de ciencia ficción, con una elegante aventurera, la actriz Cristina Ruspoli, che subía y bajada a la tierra desde una misteriosa aeronave estacionada entre las nubes para realizar abstrusas fechorías. Hoy, del mismo archivo de Amsterdam, aparece Caino, que es el último trabajo de esta efímera casa turinesa, realizado a fines de 1917 en colaboración con Leopoldo Carlucci, co-productor e director del film. Dos palabras sobre los actores de Caino: aparte de la hermosa pero rígida Elena Makowska y de un muy joven Gigetto Cimara, en el papel del hermano bueno, el Abel de la historia, se podrá reconocer a una gloria del teatro italiano, Achille Majeroni, más conocido hoy come el viejo histriónico que hace avances a Leopoldo Trieste en I vitelloni o como la tía reprimida de Marina Vlady en Ape Regina.