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Calabuch


General

Titulo original: Calabuch
Nacionalidad: España
Año de producción: 1956
Género: Drama

Otras personas

Director: Luis García Berlanga
Escritor: Luis García Berlanga; Leonardo Martín; Florentino Soria; Ennio Flaiano
Productor/Estudio: Águila Films; Films Costellazione
Compositor: Angelo Francesco Lavagnino; Guido Guerrini
Fotografia: Francisco Sempere

Funcionalidades

Duración: 101
Pistas de idioma: Castellano
Idiomas de los subtítulos: No necesita
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: BD
Soporte: x264
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Excelente
Peso: 3,2 Gb

Reparto

  • Edmund Gwenn
  • Valentina Cortese
  • Franco Fabrizzi
  • Juan Calvo
  • Félix Fernández
  • José Luis Ozores
  • José Isbert
  • Francisco Bernal
  • Manuel Alexandre
  • Pedro Beltrán
  • Manuel Beringola

Sinopsis

El profesor Hamilton, un sabio ingenuo que creía que las bombas atómicas, de hidrógeno, de cobalto, eran buenas para la humanidad, huyó al convencerse de su equivocación y se llevó sus inventos. Se escondió en el pueblo más maravilloso del mundo, donde se puede vivir y morir en paz; Calabuch. Calabuch es ese lugar donde la gente aún puede vivir con sentido del humor, con amistad, esperando a la muerte como a una vieja amiga que llega a pie, sin prisas, llevándoselo uno a uno, en lugar de venir silbando por el aire y matar de un estallido a medio mundo. Esto es Calabuch.

Comentarios

Ripeado por Arupa a partir de un BD 1080p. y 4,8 Gb.

Premios
1956: Festival de Venecia: Premio OCIC

Berlanga traza una hermosa e inocente fábula que nos muestra cómo se puede vivir una vida sencilla pero realmente digna y que está muy por encima de la vida a la que nos condena el mundo moderno. Pero también muestra la esclavitud del hombre moderno que no puede huir, aunque quiera, de un presente brutal y descorazonador; sólo puede evocar con nostalgia ese no-lugar, esa utopía que hay en todos nosotros y al que nos gustaría escapar, llámesele Calabuch o como se quiera. Berlanga se encuentra perdido a medio camino entre la necesidad/imposibilidad de la utopía. Quiere creer que es posible, pero choca con una realidad que parece imponerse siempre. Pero lo que es cierto es que mientras esa esperanza subsista, mientras haya un hombre capaz de soñar con la utopía todavía no estará todo perdido, aunque cada día nos alejemos un paso más de esa esperanza.
El pacifismo y antimilitarismo del profesor Hamilton (alter ego del propio Berlanga) y la presentación de una vida campesina, sencilla, como un ideal que seguir, como el refugio que podemos hallar ante la irracionalidad de la sociedad moderna entronca con un anarquismo tolstoiano, cálido e inocente, ilusorio e idealista en gran medida y que es muy característico de Berlanga. Y es que esta película recoge muchos de los lugares comunes del cine de Berlanga: el pueblo pequeño como espejo de toda España (aunque de una España Berlanguiana); el sentido del humor irreverente y con toques surrealistas; la crítica sutil y soterrada de la dictadura y de la autoridad; la visión entre crítica y cómplice de muchos de los tópicos españoles; la celebración entusiasta de la vida y la firme creencia en que hay que vivirla y disfrutarla al máximo; la mirada inocente y nostálgica.
Una película muy ingenua pero que hay que situar en su contexto, en el de la España franquista, sólo así se puede comprender y es en ese contexto en el que hay que interpretarla, comprendiendo la inmensa carga crítica soterrada que contenía y las piruetas que tuvo que hacer para meter pequeñas pullas a la dictadura sin que se notase demasiado.
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Esta película está insertada al final del primer periodo de la carrera de Luis García-Berlanga, teniendo la maquinaria ya bastante engrasada, tras el éxito obtenido 3 años antes con "Bienvenido Míster Marshall" que le abrió las puertas internacionales (de hecho, se trata de una coproducción hispano-italiana).

Sin acercarse a la acidez y el humor negro propios del director valenciano a partir de la década de los 60 -coincidiendo con el inicio de su estrecha y dilatada colaboración con el guionista Rafael Azcona-, esta aparentemente idílica fábula esconde bajo su superficie elevadas dosis de melancolía y de desencanto.
El hitchcockiano actor británico Edmund Gwenn -ganador del Oscar a mejor actor de reparto en el año 1947- en su última actuación para la gran pantalla, simboliza el antibelicismo en plena Guerra Fría, y su misterioso recalado en esta localidad mediterránea sirve de catalizador para todos sus habitantes, removiendo sentimientos que permanecían muy latentes en algunos de ellos.
Mientras que él parece haber encontrado la Arcadia, hay otros personajes -fundamentalmente los representados por los actores italianos Valentina Cortese y en menor medida Franco Fabrizi- que desean escapar de allí y que probablemente nunca lo conseguirán. Los planos de ella contemplando, desde la ventana de su habitación, la serenata nocturna de "El Langosta" acompañado de sus amigos, consiguen captar toda la represión sexual contenida en esa guapa maestra de escuela.
El devenir del profesor Hamilton se plasma con precisión en el arenal de Peníscola con la escena en la que este se va alejando de la cámara, seguida sin dilación de unos bellos planos de las armas del combate tiradas en la orilla del mar.

Está muy bien reflejada la pobreza de la España de aquellos años, tanto en el pasaje -absolutamente patético- del torero ambulante interpretado por José Luis Ozores, como por el modus vivendi de la población (dedicados en buena parte al contrabando).

Además, esta cinta es un documento histórico de primera magnitud, -con esas hermosísimas vistas del pueblo y de su playa virgen-, previo al boom turístico y al desarrollo urbanístico incontrolado en todo nuestro litoral que darían comienzo en la década siguiente.

No podían faltar las dos señas de identidad del director valenciano, costumbrismo -edificado con el arranque del film a modo de un NODO de la época y en base a elementos como la pirotecnia típica levantina, la Fiesta Nacional con música de banda de fondo, las partidas de dominó en el bar, el niño castigado en la escuela con los brazos en cruz, la procesión religiosa y la botadura de la barca a unos recién casados-, y reparto coral conformado por un cásting de altura -sobresaliendo por encima de todos Juan Calvo, en la piel del cabo de la Benemérita- interpretando una galería de sujetos entrañables.

Las escenas más divertidas tienen que ver con los pasajes en esa cárcel tan peculiar, a la que si llegas tarde no te dejan entrar, así como con el grupo de romanos disfrazados (cuando se les pide que se enumeren y cuando el científico se dirige a ellos hablando en latín).

El momento más emocionante tiene lugar durante la explosión del cohete, con los planos de los rostros ensimismados de los asistentes, especialmente el del esmerado pintor que anteriormente se había llevado un buen chasco con otro trabajo suyo -en un habilidoso gancho de guión preparatorio- por obra y gracia de un agua bendita.

La partida de ajedrez telefónica entre el farero Pepe Isbert y el cura Félix Fernández es de una enorme originalidad y supone un claro antecedente de las partidas online por internet.

Brillante por su complejidad técnica es también la toma aérea del final del film, rodada desde un helicóptero -al cual, un orgulloso Don Ramón le atribuye ser un invento español, por confusión con su predecesor el autogiro-.

Algún error en el doblaje de la actriz italiana, la desafortunada decisión de doblar a Manuel Alexandre -Alejandre en los títulos de crédito- (desaprovechando su voz tan característica), la desincronía en algunos momentos musicales a cargo del Langosta tocando la trompeta, así como el subrayado excesivo de la escena de la rotura de la botella con un barco en su interior, son pequeños lastres que apenas ensombrecen el resultado final de este título, todo un aviso para navegantes de lo que estaba por llegar con "Plácido" y "El verdugo".