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En 1934, Mikio Naruse estaba muy molesto por las limitaciones en las que trabajaba en Shochiku. Su relación con Shiro Kido (productor) no había mejorado. Naruse, uno de los menos estables y, ciertamente, el menos maleable del equipo de directores del estudio, fue el último en ser promovido; Kido fue muy duro en su aversión hacia las películas de Naruse; según decía, éstas carecían del impacto dramático de las de Yasujiro Ozu, Heinosuke Gosho e Hiroshi Shimizu. "Callejón sin salida" sería un punto de inflexión en la carrera de Naruse, al concluir su estancia en Shochiku.
Como otros directores del estudio, Naruse se resistió a dirigir esta película, cuyo guión se basaba en una serie de artículos periodísticos sobre las aventuras de una anfitriona de té y se consideraba un tema de mala calidad. Entonces el estudio le prometió que si se hacía cargo del proyecto, luego podría filmar lo que quisiera. Sin embargo, a pesar de la apatía inicial de Naruse hacia el material recibido y la inquietud acerca de las limitaciones de un guión mediocre, el resultado habla de su brillantez como director: "Callejón sin salida" es un melodrama de múltiples matices y finamente interpretado. Con la historia de Sugiko, una anfitriona que renuncia a la posibilidad de la fama y la fortuna como estrella de cine para terminar en un triste matrimonio con un hombre adinerado pero débil que vive a merced de una madre y una hermana dominantes, Naruse pone al descubierto el caos que puede conducir a decisiones importantes sobre la vida y el amor. Y le permite incluir alguno de sus comentarios más directos sobre la restricción de la vida familiar japonesa convencional: cuando el hermano menor de Sugiko intenta disuadir a ésta de casarse, le pregunta: "¿Crees que serás feliz como ama de casa burguesa?". Incluso hay un intertítulo poco común y muy directo en la película que reza: "Hoy, en Japón, las nociones feudales de 'familia' aplastan el amor puro de los jóvenes".