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1934: National Board of Review: Top mejores películas extranjeras
Capricho imperial es una película extraordinaria y, junto con Fatalidad,la mejor de las rodadas por el tándem Sternberg-Dietrich. En ella,el director desarrolla con tanta energía como brillantez lo que había apuntado ya en Marruecos: su desinterés por el cine considerado como vehículo narrativo. Probablemente Sternberg no estaba interesado en contar la vida de la zarina Catalina II, sino más bien en organizar una serie de "tableaux" cargados de sentimientos contradictorios y poblados de monstruos y monstruosidades. Desde luego sería inútil (y erróneo), ver Capricho imperial con ojos de lector de fascículos de Historia: si von Sternberg nunca fue un realizador didáctico ni naturalista, en Capricho imperial todo es una construcción, una interpretación hecha desde su punto de vista personal y bajo el signo de lo que consideraba la principal característica del cine: el movimiento. Este movimiento convierte a Capricho imperial en una excelente película, y entiéndase por movimiento no únicamente al movimiento de cámara y personajes sino también a su movilidad moral, a su dinámica interna, a sus contradicciones, a sus sentimientos cambiantes. Capricho imperial es sobre todo una lección de cine para aprender a "mirar" y "ver". No basta con repetir hasta la saciedad que sus películas son barrocas, sino que es preciso comprender el sentido artístico de ese barroquismo (término del que por cierto habría mucho que hablar), su motivación, su fundamento, para entonces comprender que lo que parece difícil de mirar (acumulación de personajes y objetos en cada encuadre) sólo lo es para quienes son más partidarios de la pasividad o del discurso que de la participación o la reflexión.
