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Una "Carmen" desde el punto de vista del cine silente holandés. La dirigió Maurits Binger, uno de los más grandes pioneros de ese país y presenta algunas diferencias respecto a la obra de Mérimée que vamos a detallar. Para empezar, la copia nos parece que no está completa (se nos escamotean un par de besos que tal vez parecieron demasiado audaces en 1919). La Carmen neerlandesa (Annie Boss), es atrevida, sensual, tiene un rostro redondo y un peinado que recuerda a la posterior niña "podrigio" Shirley Temple. José (aquí Joseph), presenta la peculiaridad de que sus ojos se vuelven más y más ojerosos a medida que la díscola cigarrera le causa un nuevo martirio, hasta ofrecer unos morados que ni siquiera tuvo Bela Lugosi en "Drácula".
El torero de la historia se ha cambiado por un barítono que encandila a Carmen. Pero lo que ya nos parece excesivo es el final, con la famosa escena de la puñalada reconvertida en un happy end blanquísimo y muy poco creíble. Diríamos que a Mérimée no le hubiese hecho ninguna gracia esa resolución de su obra universal.
En pocas palabras, una visión de "Carmen" muy sui géneris y una curiosidad que, con todo, no se hace pesada y sirve para comprobar cómo algunos se permiten destrozar al clásico de turno a su antojo.
(Eddie Constanti)