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Disponibles dos versiones.
Uno de los últimos cuentos de hadas de la Pathé, Cendrillon (1907) de Albert Capellani, amplía aún más el interés en la continuidad narrativa que era cada vez más evidente en Le fils du diable y Aladdin. Esta adaptación del cuento de Cenicienta tiene, por supuesto, sus momentos necesarios de espectáculo – como la transformación de la pobre niña en una princesa gracias al hada madrina y la conversión de la calabaza en un carruaje. Lo más logrado es el cuadro final, después de que Cenicienta sea conducida al interior del palacio, solo para ser rechazada por el príncipe – como el hada madrina se desvanece, el príncipe hace girar a Cenicienta en una pirueta, y precisamente a mitad del giro ella se transforma de nuevo en una princesa, ante la que él se arrodilla en señal de reconocimiento. Sin embargo, lo más intrigante quizás sea la reelaboración del dispositivo de la imagen encuadrada internamente de Aladdin, una vez que Cenicienta ha tenido que regresar a casa de su madrastra en harapos desde el baile. Mientras está llorando en la cocina, la pared de la cocina revela en pequeña escala el comienzo de la búsqueda de la mujer que perdió el zapato de cristal en el baile.