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Relato un tanto acomodaticio que incluye la solidaridad que despierta el negro en sus "camaradas" rusos, el racismo del otro trabajador (blanco) y la más o menos agitadora social joven (debemos suponer que es rusa), que trata de poner paz entre los dos anteriores. La película discurre por estos senderos algo manidos, pero se deja ver por el ritmo que impone el director, Pavel Kolomoitsev. El blanco se niega a dormir en la misma habitación que el negro, éste acepta el reto de convertirse en el mejor trabajador de la factoría y lo consigue y el final feliz, olvidadas las rencillas, surge como un bálsamo cuando el racista estrecha la mano del afroamericano, dándose cuenta de su cerrazón de ideas. Todo bastante demagógico, como veis (esa espontánea amistad de los tovarich con el negro canta más que una almeja, pero se trataba de dar una imagen inmejorable de los rusos ante conflictos como éste. Quien no queda muy bien que digamos es Henry Ford, despidiendo a diestro y siniestro a sus trabajadores porque no le salen las cuentas.