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De estirpe irlandesa, Alice Howell era pelirroja y luchadora. Su imagen cómica se asemejaba a una especie de muñeco que mostraba una excitación y una energía salvajes y aparentemente desquiciadas; su cara redonda de porcelana se realzaba con unos ojos gigantes que expresaban una transparente y vertiginosa alegría. Debajo, un par de labios pintados encerraban una sonrisa de «cabeza hueca» y para rematar la imagen su cabello rojo rizado coronaba su cabeza como una gran nube tambaleante. (Madamdarina.)
En su tiempo fue una de las actrices cómicas que mejor cobraban por sus películas. Charlie Chaplin dijo de ella que era "como una mezcla de Max Linder, Douglas Fairbanks y Mabel Normand". No tuvo el éxito que esta última, pero su figura estrafalaria corrió en decenas de cortos para goce de las plateas (hoy, muchas de esas películas se han perdido). En el sonoro, su carrera siguió pero casi siempre con papeles sin diálogo. Fue la madre de la también actriz Yvonne Howell y murió en Los Ángeles a los 74 años.
(Eddie Constanti)
En el apogeo de su fama, a veces se hacía referencia a Alice Howell como la Charlie Chaplin femenina. Desafortunadamente, nos queda poco para juzgarla. Como la mayoría de las mejores comediantes, pasó mucho tiempo en el papel secundario de los cómicos masculinos (como la novia y luego esposa de Nervy Ned, por ejemplo) y esta película es una rara muestra de ella en un papel protagonista. Su estilo de humor se parece poco o nada al de Chaplin. Es alocado y extravagante de una manera que Chaplin nunca lo fue y que sigue siendo relativamente raro (aparte de Keaton, por supuesto) en la tradición cómica estadounidense antes de los hermanos Marx. Como muchas comedias posteriores del tipo "Keystone" (prolongadas, por así decirlo, hasta media hora), ésta es una especie de revoltijo de elementos dispares que se mueven a una velocidad que no le da al público la oportunidad de reflexionar pero, a diferencia de la mayoría de las comedias de este tipo, hay cierta coherencia, un toque de sátira social, mucha imaginación y una evidente atención al detalle. Así, ciertas rutinas son muy originales (la cena bizarra con todos comiendo al unísono y el conflicto laboral cuasifeminista entre las trabajadoras del hogar que se derrumban en cuanto hay una oferta de trabajo); y otras que, a pesar de la velocidad frenética del corto en su conjunto, se desarrollan lentamente en varias escenas (el mayordomo y el cocinero se muestran muy realistas con el ponche que lleva exceso de alcohol).