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El triunfo de Charlie Chaplin motivó, como es previsible, que diversos actores decidieron copiarle buscando así una rentabilidad fácil a sus mediocres carreras. En España, ¡como no!, enseguida se apuntaron al carro de la mimesis apareciendo de súbito un actor llamado Héctor Quintanilla cuya obra ya ha sido olvidada por el tiempo, ni siquiera se conservan ninguna de sus cintas cortas.
Sin embargo, de toda aquella oleada de imitadores, el mejor sin ninguna duda fue Benito Perojo quien tuvo la honradez de desmarcarse de su modelo adoptando un nombre diferente, Peladilla. Perojo ha sido un nombre fundamental dentro del cine español. Actor, guionista, productor y director había nacido en Madrid, el 14 de julio de 1894, abandonando sus estudios en Inglaterra en 1913 para regresar a los madriles e iniciarse en el periodismo.
De toda su carrera, tal vez lo más destacable dentro de nuestras coordenadas sea su genial homenaje a Charlot, Peladilla, personaje que utilizó en cuatro cortos antológicos: Garrotazo y tentetieso (1915), Peladilla, cochero de punto (1915), Donde las dan las toman (1915) y "Clarita y Peladilla van al Football" (1915).
Digo homenaje y no imitación porque Perojo quiso darle a su Peladilla un carácter distinto. Perojo no tenía ese trasfondo social que tenía Chaplin, sin embargo poseía algo a su favor, el ambiente español como decorado de sus aventuras, en la que una nueva generación de cinéfilos pudimos descubrir el peculiar gracejo de Peladilla.
Ataviado igual que Chaplin, tal vez más flaco de cintura, nuestro Peladilla tenía gestos semejantes a los de Charlot aunque cambiando el tono melodramático por el picaresco. Chaplin bebía en la tradición de Charles Dickens, ambientes miserables y marginales, incitando a la compasión del público y al sentimentalismo. Los pícaros de nuestras gloriosas novelas cervantinas jamás se compadecían de sí mismos, siempre trataban de sobrevivir en un mundo que les era hostil utilizando métodos escasamente nobles.