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¿Se pueden producir westerns en la Camarga francesa y equipararlos a los originales del West americano? En los doce cortos que aquí os presentamos podréis encontrar la respuesta. Jean Durand se propuso recrear las hazañas de Tom Mix, John Ford y William S. Hart, en parajes mucho más cercanos para él, cambiando llanuras de Arizona por lagunas francesas y recodos del Gran Cañón por cañizales arroceros. Digamos enseguida que en algunos cortos la "hazaña" se consigue más que en otros, pero que no faltan nunca las cabalgadas, los asaltos a trenes, las pistolas con gatillos fáciles y los ladrones de caballos.
Experimento interesante, hito para la historia del cine y punto de partida para posteriores géneros como los que llevaron a cabo los alemanes con las aventuras de Old Shatterhand y Winnetou (Karl May) sin contar con las proezas de Sergio Leone desde Italia y los spaguetti-westerns españoles, de infausto recuerdo (aunque algunos los veneran, seamos respetuosos con ellos). De cualquier forma, era necesario que alguien abriese camino y fuese un pionero; y Jean Durand tomó la delantera.
Si os gustaron las comedia de la primera parte de esta antología, acercaos a estos westerns; no os defraudarán. Hay tensión, ritmo, polvaredas, venganzas y buenos y malos. Y hay, especialmente, ilusión, arrobas de ilusión. A esa gente de los inicios del cine les faltaban recursos, pero andaban llenos de sana desvergüenza. Así fue como crearon historia, con desparpajo y valentía. Y así es como os los presentamos desde esta humilde y voluntariosa tribuna.