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Una de las “parejas de baile cinematográficas” - obviamente en sentido figurado - mejor conjuntadas es el tandem Anthony Mann - James Stewart y la especialidad de la casa es el baile al son de los disparos pues, de su estrecha colaboración han quedado para la posteridad obras del calibre de Winchester 73, Horizontes lejanos, El hombre de Laramie ó esta Colorado Jim en la que nos encontramos un Stewart menos caballeroso de lo habitual y un Mann igual de detallista que en el resto de su filmografía.
Porque estas dos cualidades son, a mi juicio, de las más destacables de esta película. Por una parte el rol de cazarecompensas aparentemente insensible muy bien interpretado por Stewart y por otra, el color y sobre todo los escenarios naturales de las Montañas Rocosas elegidos con auténtica profesionalidad por Mann y sobre todo por William C. Mellor, director de fotografía. Un apunte a este respecto: Los escenarios se eligen por su belleza pero sobre todo porque convienen a la acción. Fíjense sino en los múltiples salientes de las rocas que ocultan naturalmente a los personajes ó los elementos naturales del río que vienen como anillo al dedo de la acción, anillo nada casual por cierto sino muy pero que muy trabajado.
Una Janet Leight poco conocida por aquel entonces (Sed de mal ó Psicosis fueron posteriores) y además en tejanos, junto a un Robert Ryan siempre profesional y en uno de esos papeles que le va de perlas conforman un buenísimo trabajo y una obra de excepción, en el que también debe destacarse - no hacerlo sería injusto - ùn guión en el que se conjuntan un gran número de elementos típicos de los westerns tales como los indios, la búsqueda del oro ó las persecuciones en pos de recompensas, pero aderezados de una carga psicológica francamente original y por el que optaron al Oscar sin conseguirlo Sam Rolfe y Harold Jack Bloom.
En resumen, una obra que más que verse debe paladearse. Observar las reacciones humanas, cada risa, cada gesto, cada duda, cada mirada, pues no en vano la película profundiza en la psicología de los personajes. Y al mismo tiempo solazarse con unos parajes absolutamente bellos y fantásticamente fotografiados.