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Jaakko Korhonen, que había actuado en un par de películas silentes en 1923, debutó como director con esta cinta finlandesa que fue la primera en exhibirse muda y sonora. También coescribió el guión y logró resultados admirables en ambas capacidades: asistido por un equipo experto, supo transportar la historia llena de acción a la pantalla de una manera ejemplar. El diálogo se maneja particularmente bien, a pesar de que se realiza por completo con intertítulos: Korhonen tiene la habilidad de incorporar las secuencias de diálogo a la acción sin ralentizar demasiado su ritmo.
La campiña finlandesa, que con demasiada frecuencia se usa simplemente como una bella pieza decorativa, también forma parte de la acción y la trama de esta película. El lago se lleva el bote y la ropa de los hombres; y el bosque les da a los personajes desnudos un lugar para esconderse y algo con que cubrir sus cuerpos; un montón de heno les proporciona un espacio de descanso. Una repentina tormenta culmina el regreso a casa del jefe de estación, que desde un inicio comenzó mal. La trama se mezcla con material de una naturaleza un poco más atrevida en las escenas donde Alli (Elsa Segerberg), la hija del jefe de policía rural, da a Himanen un espectáculo de gimnasia en su traje de cumpleaños, pensando que él es una mujer. Alli promete "mostrar aún más por la mañana", razón suficiente para que Himanen se excite.
Joel Rinne e Yrjö Tuominen forman un espléndido dúo de comedia, complementado adecuadamente por el actor de personajes tipo Mack Swain Uuno Muntonen, quien interpreta a un convicto fugitivo que complica aún más el viaje de los dos amigos y el jefe de estación. Por su parte, Elsa Segerberg tiene poco que hacer para mostrarse fascinante y Kaarlo Saarnio no consigue tanto "jugo" como era de esperar del personaje del jefe de estación. Éste fue el segundo y último papel para la joven Segerberg, quien hizo su debut en "Amanecer", de Carl von Haartman, el año anterior, y que murió por consumo de drogas sólo tres años después.