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Mihailo Popovic (1908 - 1990), que nos acerca en esta película a un campesino serbio que vuelve inválido del primer conflicto armado mundial, se graduó en una escuela de negocios de su natal Belgrado y en 1930 cofunda el Cine-Club Yugoslavo. Con Miodrag Mika' Djordjevic, un compañero de estudios que ya dominaba la cámara, aprendió a utilizarla, y ayudó al amigo en Belje (documental, 1930). A continuación interviene, detrás y (en el rol de soldado austríaco) delante del objetivo, en la perdida película bélica Kroz buru i oganj ("A través de la tormenta y el fuego") , de Jovanovic e Ignjacevic. Probablemente bajo cierta inspiración naturalista soviética (ejemplo: El camino de la vida, de Nikolái Ekk, 1931 [vista en Sombras 2007]), y adaptando la novela La casa abandonada, de Branislav Nusic, rueda "Creemos en Dios" en diez días de 1932, con la productora MAP (MAP: las iniciales suyas) , propia y montada ad hoc, que quebró, igual que el resto de la industria autóctona, por dificultades con la ley que protegía la cinematografía yugoslava. Popovic se convirtió entonces en servicial realizador en las escasas compañías que habían sobrevivido (participó en los noticiarios de la Novakovic Film y otros similares). Después de la guerra, alcanzó gran reputación en el oficio de operador, en documentales y ficción.