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Cuentos de Tokio


General

Titulo original: Tokyo monogatari
Nacionalidad: Japón
Año de producción: 1953
Género: Drama

Otras personas

Director: Yasujirô Ozu
Escritor: Yasujirô Ozu; Kôgo Noda
Productor/Estudio: Shochiku
Compositor: Takinori Saito
Fotografia: Yushun Atsuta

Funcionalidades

Duración: 139
Pistas de idioma: Castellano; Japonés
Idiomas de los subtítulos: Castellano
Modo de color: Blanco y negro
Fuente ripeo: HD
Soporte: x264
Tipo archivo: MKV
Calidad imagen: Muy buena
Peso: 2,5 Gb

Reparto

  • Chishu Ryu
  • Chiyeko Higashiyama
  • Setsuko Hara
  • So Yamamura
  • Haruko Sugimura
  • Kinoko Niyake
  • Kyoko Kagawa

Sinopsis

Una pareja de ancianos campesinos viaja a Tokio para visitar a sus hijos, quienes llevan años viviendo en la capital. Ninguno de ellos tiene tiempo para atender a sus padres, por lo que deciden enviarlos a un balneario. Al regresar del ruidoso lugar, la madre pasa una noche en casa de su nuera, viuda de un hijo fallecido hace algún tiempo. A diferencia de sus cuñados, Noriko muestra afecto por sus suegros y conforta a la anciana. Los acontecimientos se precipitan cuando, en el tren de regreso a casa, la anciana se enferma y su esposo tiene que llevarla a casa de su hijo menor.

Comentarios

Ripeada por Arupa a partir de un xvid de 1,8 GiB

En otro archivo Que Grande es el Cine, de José Luis Garci. Programa 34. Presentación y coloquio.
Fecha de emisión: 2-octubre-1995. Invitados: Miguel Marías, Juan Cobos y Juan Miguel Lamet.

¿Qué sentimos cuando observamos la hermosura de la Naturaleza? Sentimos que la belleza nos posee, que participamos de la plenitud del mundo por primera vez.

¿Qué sienten los japoneses?

Melancolía. Algo que no llega a ser tristeza. Le llaman mono no aware. Si contemplan un crisantemo, lo que tiene de bello les produce felicidad y lo que tiene de efímero, amargura.

Yo no soy japonés, pero como espectador resabiado, nadie me ha hablado de la forma que lo hace Ozu. Con tanta modestia. Con tanta autoridad. Cuando, como dice servadac, mi médula se estremece hasta el dolor con el travelling más leve y brutal nunca rodado, descubro mi pequeñez. Cuando el anciano espera el nuevo día mientras su esposa termina de vivir, yo me siento desnudo y observado.

Por eso, porque estoy indefenso, reivindico en este caso la mala poesía. Es mi derecho. Mi coartada. Jamás podré hacer unos versos como los de este maravilloso y clásico haiku:

Nace el otoño
Se deslizan las nubes
Y se ve el viento

Y así, cuando Ozu filma el movimiento de las cosas, de las estaciones, de las personas, de los abanicos, de los trenes, de las soledades, sabiendo que nada permanece lo suficiente, yo tan sólo puedo defenderme con este mal haiku, que escribí en honor de “Cuentos de Tokio” y que es una suerte de exorcismo personal:

¿Qué se detiene
Cuando por fin me observa
El amanecer?