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Dentro del apartado de las curiosidades, señalemos que en esta película intervienen un Gary Cooper casi irreconocible, Henry B. Walthall (de las películas de Griffith), el también director David Butler y un Gilbert Roland que mantendría un romance con la Bow durante el rodaje.
El tema del novato universitario era recurrente en esa época de Hollywood y poca cosa más se podía decir en el guion que no cayera en el tópico: rivalidad entre estudiantes, amoríos casi clandestinos, malentendidos, el chico que cae en la tentación y fracasa en la prueba atlética, para luego recapacitar y resurgir de las cenizas, la chica casquivana en apariencia pero con buen fondo... Todo esto y más lo encontramos en esta "La edad del plástico" que hoy os ofrecemos.
No hay nada nuevo bajo el sol en este argumento ya citado. Si acaso, cabría destacar un punto que lo diferencia de otros filmes parecidos: en un momento determinado, el papel de la Bow ya no se presenta como el de una simple chica alborotada y "acalorada"; tal como reacciona el protagonista con ella, Clara deja de ser una mujer para convertirse, casi, en una droga, en una pócima que no deja respirar, actuar, vivir, en suma, al joven galán. Pero claro, tanto descontrol no podía existir en una producción hollywoodiense de la época y al final la "droga" en forma de chica se convierte en zarzaparrilla, el joven "drogado" espabila y el amigo íntimo se sacrifica por el citado muchacho. Los cánones en su justo lugar y el "the end" a punto para completar una película que tampoco se ve con demasiado aburrimiento.