General
| Titulo original: | Vor tids dame |
|---|---|
| Nacionalidad: | Dinamarca |
| Año de producción: | 1912 |
| Género: | Drama |
Otras personas
| Director: | Eduard Schnedler-Sørensen |
|---|---|
| Escritor: | Peter Lykke-Seest |
| Productor/Estudio: | Nordisk Film Kompagni |
| Compositor: | |
| Fotografia: | Axel Graatkjær |
Funcionalidades
| Duración: | 41 |
|---|---|
| Pistas de idioma: | Muda |
| Idiomas de los subtítulos: | Castellano |
| Modo de color: | Blanco y negro |
| Fuente ripeo: | Web |
| Soporte: | x264 |
| Tipo archivo: | MKV |
| Calidad imagen: | Excelente |
| Peso: | 1,5 Gb |
Reparto
- Axel Boesen
- Torben Meyer
- Lauritz Olsen
- Clara Pontoppidan
- Valdemar Psilander
- Viking Ringheim
Sinopsis
Al perder repentinamente su fortuna, el joven Conde Berner parte hacia Nueva York para probar suerte allí. Con su naturaleza ganadora y su gran empuje, rápidamente pasa de ser un estibador a convertirse en el chofer de un conocido millonario. Pero cuando se embarca en una relación con Anny, la hija del millonario, se mete en problemas: otro pretendiente suyo se pone celoso y no se detendrá ante nada para quitarse de en medio a Berner.
Comentarios
¿Os acordáis de "Mr. Fix-It" (El arreglalotodo), con Fairbanks? Pues en esta película es Valdemar Psilander quien tiene ese poder de restauración. Fijaos: nada más pisar Nueva York, salva al capataz de una empresa de carbón, recupera el bote que han robado a una joven y rica heredera y consigue un puesto de chófer de la citada joven.
Bromas, aparte, la película la dirigió, con su habitual buen gusto, Eduard Schnedler-Sorensen y en ella encontramos de nuevo al ya citado Psilander y a otra conocida, Clara Weith. Como curiosidad, veréis que en el hotel donde se hospeda Psilander hay un biombo maravilloso en el que uno se sitúa tras él y sale duchado y con ropa limpia. Se añade una leve trama sobre un amante despechado y los exteriores son numerosos, incluyendo un par de persecuciones por barco. Cuando vemos estos medios con que los daneses dotaban a sus silentes, recordamos, ¡ay!, lo que se hacía en esa época en nuestra piel de toro.
(Eddie Constanti)
