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Ya sólo por la temática que aborda, vista además desde el prisma de la época, "Die suffragette" es una película interesantísima. El punto de vista por el que aboga la cinta es reconocer que la causa por la que luchan las sufragistas es justa (en una escena se nos muestra cómo la madre de Nelly convence a su hija llevándole al hogar de una familia pobre encabezada por un padre alcohólico y decadente que “tiene más derecho a opinar que su pobre esposa”); pero al mismo tiempo también adopta la postura conservadora de que los medios de los que se proveen las sufragistas no son los más adecuados, ignorando por completo que si llegaron a estas medidas más radicales es porque las más moderadas no funcionaron como forma de presión.
De hecho a lo largo del metraje asistimos estupefactos a la evolución de Nelly, de una simpática chica de sociedad a una sufragista que revienta escaparates hasta, finalmente, convertirse prácticamente en una terrorista que accede a colocar una bomba en la casa de lord William. Aquí se falsea la realidad para darle un cariz más radical, puesto que las sufragistas reales solo ponían bombas en edificios simbólicamente asociados al poder masculino y en horarios en que sabían que no había nadie dentro (lo cual no lo menciono como justificación, sino como muestra de que en la vida real jamás habrían planeado colocar una bomba destinada a matar a alguien, como sí sucede en la película). En cambio, podemos perdonar esa licencia artística por dar pie a la mejor escena de la película, en la que una arrepentida Nelly intenta salvar a lord William antes de que explote la bomba.
Interesante película, repetimos, pero que mucho nos tememos no gustará al feminismo actual. Cabría, pues, retrotraerse a la época en que fue filmada y tratar de entender la coyuntura y el pensamiento de la sociedad y el pensamiento de quienes la gestaron.