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Disponible el anterior montaje de 1920.
Como se indica en el preámbulo de la película, no existen negativos de esta versión de "El Golem" (Paul Wegener filmó, al menos, tres versiones, siendo ésta la más conocida, aunque también es la que menos coincide con el libro del que partió la idea). Para conseguir que esta restauración fuese lo más fidedigna posible al original estrenado en Alemania, se tuvo que recurrir a distintos archivos europeos y norteamericanos. Es decir que lo que vais a ver es una copia de la película bastante diferente de la que hasta ahora conocíamos, con escenas cambiadas de lugar y otras añadidas. La banda sonora se ha compuesto ex profeso para la ocasión y la calidad Blu-Ray de la copia es, sencillamente, espléndida.
Para éste, que no dudamos en calificar de gran acontecimiento, hemos contado con el máximo especialista en idioma alemán, toerless, que se ha encargado amablemente de traducir los intertítulos. Los virados de color están libres de las estridencias de las copias anteriores. Todo ello nos invita a degustar uno de esos platos insignes que de vez en cuando traemos aquí. La copia es de la Murnau Stiftung y a nosotros no nos queda más que añadir que hoy es uno de esos días en que este foro de cine se viste de gala.
(Eddie Constanti)
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La compleja novela que escribió Gustav Meyrinck en 1915 (en plena Gran Guerra Mundial) advertía del destino sucumbido de un pueblo como el judío, confinado en un gueto, representado por una fortaleza, donde hacen su vida ajenos a las intenciones del emperador. Cuando advierten del peligro que les puede acechar recurren a la magia de uno de sus más sabios maestros, el rabino Löw.
Éste moldea un autómata, su propia representación, que cumple unas órdenes exigidas por su creador, en este caso un representante del pueblo por el pueblo. Un líder inanimado, puro y que muestra su fuerza y destreza ante los más poderosos. Wegener materializó aquí una representación de lo que fue, es y representa el judaísmo (cerrados en sí mismo, pero valeroso para el resto del mundo, como fruto de la envidia muchas veces, y que echa raíces en un modo egoísta de ser que, a la postre, es su auténtica fortaleza).
El Golem es el barro, la dureza, la piedra, y representa el límite de lo inquebrantable. Se erige como un superhombre (no el nietzscheano) para una minoría, y está dispuesto a satisfacer los temores de una mayoría. Mediante el cine expresionista alemán, Paul Wegener, uno de sus máximos representantes (que seguiría en la UFA durante la etapa de propaganda de Joseph Goebbels), elaboró, más que una película de miedo, una fábula sobre el destino de un pueblo que se alejaba despreocupado de las consecuencias que sufriría Alemania en los años veinte, al terminar la Primera Guerra Mundial: el nacimiento del nazismo, su falta de voluntad y la carencia de democracia a la hora de escoger a un líder supremo que blindara Alemania, suprimiendo, con ello, derechos e ideas.
Natxo Borrás
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Película interesante para aproximarse a los conceptos y maneras de lo que se ha llamado expresionismo alemán. Filmada hace más de ochenta años, su visionado es imprescindible para aquellos que quieran acercarse a los orígenes del llamado séptimo arte.
En algún manual cinematográfico se la califica de obra maestra. Yo no me atrevería a decir tanto. La obra de Wegener parte del eterno mito creativo, del hombre acercándose a Dios como fuerza generadora de vida, y lleva estos planteamientos, históricamente literarios, al terreno cinematográfico donde por aquellos años 20 resultaban absolutamente originales.
Prueba de esta originalidad es que, aun no siendo un cinéfilo de pro, la película se reconoce plenamente como precursora de aquella de Frankestein con la niña y la flor (observen simplemente la carátula frontal de la película).
Resultan altamente interesantes los decorados que, unidos a una fotografía de claroscuros, de sombras acechantes y claridades diáfanas y junto al propio argumento narrativo, conforman un film de acusados tonos surrealistas. Y no menos original e interesante es la escena en que se sobreponen el tiempo histórico del éxodo judío con el tiempo real. Un acercamiento, bien logrado, a esa idea del “cine” dentro del propio cine que también vimos en Tartufo, la obra de Murnau.
En resumen una película con suficientes méritos y valores cinematográficos para no defraudarnos y un aliciente mas para seguir profundizando en los trabajos de aquellos pioneros “chalados” con sus locos “cacharros”, dicho, como creo que se entiende, con un respeto imponente.