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Los que ya conozcáis a Bauer, sabréis que cualquier película suya es una grandísima noticia, y los que no, no dejéis escapar su cine bajo la creencia de que no había nada interesante en Rusia antes de la era soviética.
De las setenta película que realizó Yevgeni Bauer, apenas han sobrevivido unas veintiséis. Fue uno de los autores que más influyó en posteriores generaciones de directores rusos y en ésta que os ofrecemos tuvo su canto del cisne. Con una pierna rota, tuvo que asistir el rodaje en silla de ruedas y más tarde su salud se complicó, falleciendo de neumonía. Entre todos los nombres que se barajaron para completar la filmación, quien finalmente lo hizo fue la actriz Olga Rakhamanova, convirténdose así en la primera realizadora rusa de la historia. Tras su estreno, la única copia de la película quedó olvidada en lo más oscuro de unos archivos y hasta 2007, cuando se presentó en el festival de Yalta, no se supo nada de ella. Tres meses después de la muerte de Bauer, estallaba la Revolución de Octubre.
"Korol Parizha" cuenta la historia de un extraño personaje que, en el París deslumbrante de los aristócratas y la bohemia, da con un perdedor nato y le propone encumbrarlo hasta conseguir hacer de él el rey de París. "Trata a las mujeres como esclavas --le dice--, a los hombres como enemigos y a los negociantes como títeres." Por supuesto, la oferta no está exenta del cobro de unos réditos a su debido tiempo. Algo así como el viejo relato de Fausto, con ligeras variantes. La fortuna sonríe inmediatamente al perdedor y muy pronto a él y a su protector se les presenta la oportunidad de realizar sendos matrimonios con mujeres adineradas. Sin embargo...
Bauer cuida los escenarios, interiores y exteriores, con un mimo casi de orfebre. Utiliza la profundidad de campo con sabiduría y se detiene el tiempo necesario para proporcionar primeros planos que revelen el estado de ánimo de cada personaje en cada instante. Muchas veces los rótulos apenas pueden aportar más información que la mirada del sujeto fotografiado. Es un cine preciosista, cuidado, pausado y subliminal; es una pequeña obra de arte que no debería sorprendernos en un autor que antes ya nos había dado tantas muestras de la originalidad de sus planteamientos. Diríamos que Bauer no pudo dejar mejor testamento artístico que éste para la posteridad. Es una película para que los reacios al cine ruso se reconcilien con éste de una vez y por todas. Aunque, bien pensado, ¿el cine de Bauer era "ruso" o atemporal y apátrida? Si me lo permitís, era único y genial. No comparable con nada que se hubiera hecho antes o se hiciera después. Comprobadlo y spasiva.