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El secreto de la Pedriza se presenta como adaptación de la “novela costumbrista” homónima de Adolfo Vázquez Humasqué, publicada por la Tipografía Nueva Balear en 1920. La narración aludía a la figura de Juan March, el futuro banquero y filántropo mallorquín, que hizo su fortuna con el contrabando de tabaco desde Argel y la consolidó durante la guerra y la posguerra española gracias a su apoyo a las tropas sublevadas. Al mismo tiempo, Vázquez Humasqué demostraba un conocimiento bastante afinado del modus operandi de los contrabandistas. De paso, la cinta ofrece innumerables vistas de Mallorca y sus paisajes naturales. Al contrario que otras producciones de menor empeño o acierto, El secreto de la Pedriza utiliza los abundantes exteriores como parte del drama de intriga, amor y crimen que constituye el meollo del relato. Como buena parte del mismo está dominado por la acción, la mayor o menor pericia de los intérpretes —debutantes todos o casi todos en la pantalla— resulta irrelevante.
Para llevar adelante el proyecto, los empresarios Sureda y Mas Quetglás, propietarios de Balear Films, construyen sus propios laboratorios en Mallorca, bajo la dirección de Ramón Úbeda, el director de fotografía de El secreto de la Pedriza. La cinta se presenta, en dos jornadas, durante la última semana de enero y la primera de febrero. Parece que en estas presentaciones el público aplaudió a rabiar a los delincuentes y abucheó a los carabineros, lo que provocó una fuerte polémica en la isla, que en lugar de mitigar el interés del público lo acrecentó. Inmediatamente, se procede al tiraje de dos copias nuevas en las que se efectúan cambios de montaje y un nuevo etalonaje. Tras su programación en las principales localidades insulares, estas copias saltan a la península. Los inquietos empresarios logran la exclusiva para Baleares de las producciones Paramount y dejan de lado la producción.
(carnicerito)