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Los problemas de capitalización de Atlántida Cinematográfica llevan a su gerente, Oscar Hornemann, a crear en 1923 Film Española, para lo que vuelve a contar con la colaboración de José Buchs como "director artístico" y factótum del nuevo estudio. Cumplido el ciclo de colaboraciones con Hornemann, Buchs se asocia en 1925 con el anticuario Abelardo Linares en la creación de la firma Film Linares. El primer producto de la nueva empresa es una adaptación de la novela de Benito Pérez Galdós El abuelo, por cuyos derechos cinematográficos pagan los socios la exorbitante suma de cincuenta mil pesetas. Rodada en buena parte en exteriores en Cantabria, que proporcionan un marco adecuadamente señorial y grandioso a muchas de las secuencias, El abuelo se despeña en el apartado de las interpretaciones, algo achacable no tanto a los propios intérpretes como a la elección del reparto y la dirección de actores por parte de Buchs. La artificiosidad de la caracterización de Modesto Rivas, los excesos divísticos de Ana de Leyva, las bufonadas de Emilio Santiago —en el papel del petimetre Senén, secretario de Lucrecia— y la inadecuada edad de las dos actrices que han de encarnar a las nietas producen hoy un desapego que no consiguen aplacar otros aciertos, escénicos y de planificación, que atesora la cinta.
(carnicerito)