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Buster Keaton produjo muchos cortometrajes maravillosos: "The Love Nest" es mi favorito hasta ahora pero, desafortunadamente, "The Balloonatic" no es uno de ellos. A pesar de una buena cantidad de gags divertidos, la película se compone básicamente de una serie de chistes diferentes unidos con una pretensión endeble, por lo que carece de cohesión narrativa. Teniendo en cuenta que se estrenó el mismo año que el largometraje "Our Hospitality", que tenía una historia terriblemente oscura para complementar los gags, este corto es algo decepcionante. De hecho, incluso el título promete más de lo que realmente ofrece la película, con apenas una cuarta parte del tiempo de ejecución relacionado con globos aerostáticos.
Sin embargo, dejando de lado estas quejas triviales, podemos disfrutar de las payasadas de Buster por lo que son. El trabajo cómico del actor/director todavía brilla con imaginación y creatividad y pocos artistas podrían haber logrado resultados tan divertidos con algo tan simple como una canoa plegable. Además, me sorprende cómo evitó ahogarse en al menos una ocasión. La historia comienza en un carnaval, donde el romántico Buster sale en busca del amor en una "Casa del terror". Como siempre, es interesante notar cuán impasible permanece mientras numerosas figuras siniestras emergen de puertas oscuras; su lenguaje corporal comunica miedo y pánico, pero sus expresiones faciales siguen siendo asombrosamente inexpresivas. Después de encontrar la salida de la atracción, Buster arruina una chaqueta perfectamente buena al ser amable con una bella dama, antes de ganarse un ojo morado de otra chica bonita (Phyllis Haver), que presumiblemente rechazó sus avances.
Buster luego, sin darse cuenta, da un paseo por la parte superior de un globo aerostático, que lo lleva al medio del desierto, donde ¡sorpresa!, la chica que le dio un bofetón disfruta de un solitario viaje de pesca. La pareja hace todo lo posible por ignorarse, ideando técnicas elaboradas para sobrevivir cómodamente en el bosque, hasta que todo lo que queda es que Buster y Phyllis se enamoran. Esta tonta historia genera algunos gags bastante agradables, incluido, de manera más memorable, el encuentro cara a cara de Buster con dos osos curiosos.
