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Mediometraje de August Blom, insigne marido de Asta Nielsen, que nos ofrece una historia de amores imposibles más que repetida en el cine, pero no olvidemos que se filmó en 1911, cuando casi toda esta industria estaba en pañales (a excepción de Griffith, que sentaba las bases de la cinematografía con sus cortos de Mary Pickford, Lillian Gish, etcétera).
¿Qué aporta Blom en este filme? Sabiduría avant la lettre, podríamos decir. Planos medios con una escenografía cuidada, exteriores convincentes y continuidad sin tacha. Por supuesto por allí anda el inevitable Valdemar Psilander, en el papel de novio pobre pero honrado, y una heroína algo magra de carnes (Else Frölich) y muy poco afortunada en cuanto a belleza, que sin embargo cumple con su papel, sobre todo en la escena final, cerrada algo bruscamente, tal vez por defecto de la copia.
En resumen, una muestra del cine que se hacía en estos primeros años en Dinamarca, primaria pero digna, que además no aburre por su corta duración. Ah, y mucha atención a las escenas románticas entre Psilader y Frölich. Ese tipo era bueno besando.