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Ciertamente, el ambiente vienés ayuda a desarrollar una historia predecible y, al mismo tiempo, ingeniosa y encantadora (a pesar de todo, esto es Austria y la esencia cálida de la decadencia está en todas partes). Probablemente en otras manos malvadas ésta sería una película muda más interesante y llena de malicia. Eso se debe principalmente a las características de la historia, de ésas que a los plebeyos les gusta exagerar, es decir, al estilo de vida desenfadado y lujurioso del aristócrata. Sin embargo, herr Neufeld muestra muchas virtudes con una mezcla de irreverencia e hilaridad. Por ejemplo: la rivalidad de las divas de la ópera, los continuos malentendidos entre los tres personajes principales y las maniobras militares/amorosas en Mudwitz.
La atmósfera de opereta clásica y decadente que se puede ver en la película está curiosamente entrelazada con la moderna década de los años veinte del siglo pasado. Ese hecho al principio desconcierta a la audiencia, que ve a esos tipos austríacos con esos uniformes impecables o incluso al archiduque de civil en las calles de Viena, lo que no sirve para olvidar la vida práctica de frau Elisa, que reside en un apartamento modesto.
Hay una combinación muy interesante de la vida real común y modesta con el lujo y los palacios aristocráticos en un contraste ingenioso que herr Neufeld ciertamente usa para distinguir y burlarse adecuadamente del mundo aristocrático de la decadencia, lo que transmite a la audiencia un mundo de fantasía y sueños idealizados que sólo en el cine mudo puede hacerse realidad. Por esta razón "Der Balletterzherzog" es un excelente paradigma de la opereta cinematográfica.