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El posible misterio de quién será ese personaje que persigue a ladrones y a espías queda enseguida desvelado, ya que el director nos lo presenta a las pocas escenas. El protagonista tiene apellido de polvo de talco (Mario Guaita-Ausonia) y en la presentación aparece marcando bíceps de cara a la galería. Anteriormente ya había interpretado una versión italiana de "Salambo" y "Espartaco".
La trama se desarrolla entre gente de alta sociedad, donde una joven, entre risas y juegos, casi menosprecia a su novio, comparándolo (para mal) con el famoso atleta fantasma que lucha contra el mal. El novio, no descubrimos nada diciéndolo, es el fantasma en cuestión. A partir de aquí, el enmascarado se las verá con una organización internacional criminal que, como el lector puede suponer, no se saldrá con la suya.
Película entretenida, bastante mal interpretada, a excepción del citado Ausonia, elegante y simpático, y que no pasará a la historia pero tampoco aburre.
(Eddie Constanti)
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Eso nos parece a nosotros, una réplica a la serie de películas de Maciste que tanto éxito obtenían en Italia y en esa época. Producida modestamente y no sin cierta ironía semicamuflada, esta parodia del buen vengador nos presenta la historia de un misterioso personaje que trae en jaque a la delincuencia del país, ya que destruye cualquier plan de maldad que el submundo de cacos, estafadores y chorizos de altos o bajos vuelos se proponen, Los periódicos no hablan de otra cosa que del Atleta fantasma e incluso en la alta sociedad se hacen apuestas para descubrir quién se esconde bajo la máscara de ese fornido justiciero. El atleta en cuestión, interpretado por Dino Bonaiuto, deberá resolver la peligrosa trama de una sociedad secreta que tiene auténticos cerebros calculadores y una organización de inteligencia probada. Pero esta vez, nuestro "Maciste" de secano se enfrentará a un doble reto: desmantelar la citada sociedad y demostrar a su amada que los llamados "titanes escondidos" suelen estar mucho más cerca de lo que uno se imagina. Inútil es decir que con este planteamiento la identidad del Atleta se resuelve a los pocos minutos del metraje, aunque el guión pretenda escamotearnos ese dato. Podríamos llamarlo un "Pimpilena Escarlata" de baratillo. La dirige Raimondo Scotti, una modesta y casi anónima figura del silente italiano de los años 10-20. Se ve con agrado y no molesta en absoluto. Vendría a ser como el chorizo de segunda clase en un bocata.