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Aquí tenemos un Ford poco divulgado, en una copia bastante potable proveniente de la Narovni checa. La película cuenta con un guión del mismo Ford, cuando aún se hacía llamar "Jack", y del intérprete principal, el magnífico Harry Carey. Con estos valores seguros, el resultado no podía ser malo, como enseguida comprobaréis.
El tema de la cinta incide una vez más en ese argumento tan querido por Ford: la amistad entre dos hombres. Amistad mítica, a prueba de todo, de balas, de mujeres y de vuelcos del destino. En este caso, lo que une a Carey y a su, en un principio, antagonista, es una bella canción del Oeste, "Genevieve". A partir de aquí, la trama se enriquece con los típicos bandidos, la deslealtad de un hermano que se deja llevar por el señuelo de la fortuna prometida y el amor con una dulce señorita que, debo decirlo sin ambages, en esta ocasión es muy dulce, pero también bastante desafortunada en belleza.
La ambientación es poderosa, las cabalgadas abundan por llanuras y escarpados y Carey es esa figura imprescindible que todos conocemos. Él lleva las riendas de la acción, rezuma ironía y bonhomía y burla una y otra vez a los bribones. Ford mantiene el pulso firme para que la atención no se nos desvíe ni un instante de la pantalla y al cumplirse los cincuenta y pocos minutos del metraje, nos queda esa agradable sensación de que acabamos de ver un western con todos sus atributos y sus bondades, intenso y tierno, enérgico y conmovedor.