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Un guión de Ida May Park que llevó al cine su marido, Joseph de Grasse, cuando la industria ya le había dado la espalda a la directora, tal vez por un artículo de denuncia que publicó, respecto a la capacidad de las mujeres por equipararse en el cine a los hombres.
En la película se describen con claridad los senderos del bien y del mal, extrapolando ambos a las conductas aparentemente honorables de algunos y a la maldad "que se supone" en otros. ¿Es más delincuente ese comerciante que sabe que en la granja hay petróleo y le ofrece una cantidad ridícula a su dueña... o el ratero que ha salido de la cárcel por haber robado algo por pura necesidad? El guión explora todos esos matices y sabe dotar a la trama de un interés que incluye su parte de suspense.
Excelente plantel de actores, con Mary Carr (la madre) en primer lugar. También encontramos la figura inconfundible de Ned Sparks, el secundario de oro de la Warner (véase "La calle 42"), en un papel episódico. Abundan los paisajes de exteriores y el resultado final es de aquellos que te dejan con la satisfactoria sensación de que el mundo podría ser un poco mejor si sólo nos propusiéramos, entre todos, no tensar tanto la cuerda del egoísmo y dejar hablar al corazón cuando las cosas que parecen más inalcanzables se nos presentan, tarea imposible, nos tememos. vuestra consideración.
(Eddie Constanti)