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Esta cinta, rodada en sólo catorce días de interiores y dos de exteriores, rebasa plenamente el usual concepto de las intrigas policíacas, y no sólo porque no aparezca en ella ningún policía o detective, sino porque la búsqueda de la verdad es más profunda que la simple identificación de un culpable: interesa menos saber quién haya matado al primer marido de la hermosa baronesa que el hecho abstracto del crimen y de sus motivos.
Estando en el año 1921 parece injusto y hasta cruel hablar de técnica. A pesar de eso la película apunta buenas maneras que obviamente Murnau conseguiría perfeccionar tiempo después. La trama está bien urdida y conduce a un "inesperado" final, lo que ayuda indudablemente la vejez del fotograma. Creo que desde cualquier punto de vista resulta interesante.
Casi seguro que Billy Wilder la debió conocer porque jugaría varias veces con la idea principal de "El castillo encantado".
Recomiendo su visionado en invierno, nunca en verano.
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Algunes films de Murnau fueron organizados per Erich Pommer. El director F.W. Murnau estuvo mucho tiempo contratado per la Decla-Bioscop Film A.G.
Su estilo de puesta en escena era muy personal.
No nos encontramos así per las buenas. Yo estaba encantado cuando Pommer, que estaba preparando el guión con Thea von Harbou, según me dije me encargo que me hiciera cargo de la decoración del film Schloss Vogeloed que iba a dirigir Murnau.
Muchas reuniones de dirección y siempre buscando un estilo nuevo, un decorado que al final siempre resolvía Murnau con una idea satisfactoria.
Los muros debían ser reales en esos decorados impresionistas, los limites entre lo real y lo irreal eran difusos. Las reacciones anímicas de los actores debían, gracias a sus correspondientes decorados, aflorar más fácilmente.
El efecto impresionista en el film estaba muy definido también en la fotografía. Era uno de nuestros estilos más conseguidos. Un salón del castillo: prácticamente vacío, con altas ventanas a través de las cuales una centelleante luz inunda la estancia, las tinieblas amenazadoras se disuelven.
En el forillo dos claros, cada uno de ellos conduce a una alcoba. Y en las paredes están el hombre y la mujer, separados por todo lo ancho de la estancia, donde ambos se encuentran.
No parece que vaya a cesar el diluvio.
Paralizados, oscuros temores se despiertan en todos los habitantes del castillo y en los invitados, nace un aura de presentimientos y presagios alucinantes. Extraños acontecimientos tienen lugar mientras llueve. Tenía que crear ese presueño, lograr ese
singular clima tal y como Murnau lo quería. Con unos elementos estilísticos que sugieran la atmósfera sutilmente.
Un salón completado con algunos muebles antiguos. Ningún adorno en las paredes, ningún utensilio, nada que pueda distraer de la sensación que se quiere comunicar.
Hermann Warm
Agosto de 1969
Tomado de Berriatúa