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"La glace à trois faces" (El espejo de tres lados, 1927) demuestra el aspecto experimental del período silente de herr Jean Epstein. Está montada de una forma audaz e innovadora y tiene una narrativa cinematográfica inusual. Ciertamente, Epstein no fue el único director que contó una historia desde los puntos de vista de diferentes personajes, pero él hace que el concepto sea visualmente emocionante. En esta película hay tres mujeres diferentes: una dama sofisticada, frau Pearl (frau Olga Day), una escultora diletante, frau Athalia Roubinowitch (frau Suzy Pierson) y una chica plebeya, frau Lucie (frau Jeanne Helbling). Cada una cuenta su historia de amor con el mismo hombre (herr Rene Ferte).
La película está dividida en tres episodios, cada uno muy estilizado. El objeto del afecto de estas tres damas es un joven empresario que se muestra indiferente a la desesperación que su crueldad causa a cada una de sus amantes. Siempre termina cada asunto bruscamente y con simples excusas, marchándose en su coche de carreras. Visualmente poderosa, "La glace à trois faces" representa cuidadosamente cada escenario y la edición es frenética y brillante en las secuencias al aire libre (especialmente cuando el hombre huye de sus amantes). Hay acercamientos consecutivos sugerentes y sutiles que representan la relación problemática de las tres mujeres y su amante desdeñoso. También hay un toque de clasicismo en esta película tan original.
Es, en suma, un ejercicio de estilo cinematográfico, una obra única que ciertamente no dejará a nadie indiferente y deleitará especialmente a los públicos que aprecian la experimentación cinematográfica original.
