Comentarios
Si bien la cinta está a años luz de la efectividad y la calidad de “The exorcist” de William Friedkin, también lo está del fiasco llamado “Exorcist II: The Heretic”.
Esta cinta se sitúa en un término medio, apenas aceptable filme que mantiene el espíritu de suspense propio de lo sobrenatural, agregándosele todo lo concerniente a la investigación policial y un carácter donde el escepticismo ateo tiene cabida entre tantas cuestiones de fe.
El filme es una continuación de la trama que diera vida a la primera película, y sus variantes se acomodan de una manera bastante creíble a las situaciones acaecidas en ese exorcismo que terminara con la vida de dos sacerdotes. Por ello la película goza del peso específico de la aclamada cinta de terror setentera, además de contar con una estética tenebrosa y una sugerente atmósfera caracterizada por la densidad de las circunstancias.
Claro que la película tienes sus fallas: unas relacionadas al poco desarrollo de algunos personajes como el sacerdote que intenta realizar el exorcismo, otras al tono exagerado en que derivan algunas situaciones que hacen perder la sobriedad narrativa, y algunas otras pertenecientes al desenlace absolutamente abrupto y poco elaborado.
Pero volviendo a sus aciertos, no puedo soslayar el valor que adquiere este filme y que descansa en las sobrias actuaciones: en primer lugar la del otrora oscarizado y ya desaparecido George C. Scott, quien compone un personaje sumamente sólido dentro del argumento (el escéptico detective que asume el caso); en segundo lugar el hecho de poder contar en el elenco con Jason Miller, protagonista de la primera película y que curiosamente debutara en la actuación con la misma; y en último lugar por el excelente contrapeso que supone la intimidante interpretación de Brad Dourif como el demonio nuevamente encarnado.