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A diferencia de Eisenstein, especialista en registrar con la cámara los movimientos masivos, Pudovkin trata el levantamiento popular de una forma intimista y reflexiva, desarrollando la historia a a través de las vivencias de sus protagonistas.
Así como en Eisenstein los héroes son colectivos, en Pudovkin los héroes son individuos.
Vittorio Renzi en Garden of silence:
En su segundo largometraje, Pudovkin agudiza aún más la concepción épico-humanista de la puesta en escena y los valores rítmico-musicales, así como metafóricos, de la edición. San Petersburgo, todavía la ciudad del zar Nicolás II Romanov, es una hipérbole de verticalidad, una representación visual de un poder que es en todos los aspectos superior al pueblo, distante y del todo diverso. Cuando el joven campesino anónimo (como los personajes de Eisenstein del período silente), acompañado de su madre, llega a la ciudad a buscar trabajo, ambos son encuadrados desde arriba, como si estuviesen siendo observados desde las propias estatuas y palacios que los dominan y miden con silencioso desprecio, desde las estatuas ecuestres (incluida la famosa de Nicolás I), hasta las agujas, las esculturas y la cúpula monumental de la Catedral de San Isaac. Los dos se mueven como hormigas, cruzando la ciudad por calles vacías y desiertas. Los hombres están todos en la fábrica, la jornada laboral está a punto de extenderse, ya que la bolsa dicta la ley, las ganancias nunca son suficientes y hay que aumentar la productividad. Y esas columnas que literalmente se balancean, por superposición, parecen hablar del vértigo y la desorientación que los dos visitantes que acaban de llegar en busca de ayuda no encontrarán.