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Uno de los mejores westerns de todos los tiempos, "Tumbleweeds" es un canto a la nostalgia de tiempos pasados cuando ya, en 1925, la gran época de los pioneros del Oeste era historia. En el guion interviene una de aquellas grandes carreras en busca de una parcela donde establecer su hogar los colonos y las artimañas de los bribones de turno para adelantarse a caballos y carretas para escoger el mejor lugar.
Hart, cumplidos los sesenta y un años, repite su sempiterno papel de cowboy solitario y de personaje tímido ante las mujeres. Barbara Bedford le da la réplica y cabe destacar esa escena de la primera cita, cuando Hart trata de atusarse un mechón de pelo rebelde que quiere escapar de su control en lo alto de su coronilla. Terminará por cortárselo y guardarlo en el bolsillo.
No os perdáis el prólogo, filmado en 1939, sonoro, donde un Hart setentón nos habla de lo que significó para él poder trabajar en la industria del cine, de su relación con los directores que le condujeron y de su entrega absoluta al personaje que le dio fama. Oíd su voz, cargada de trémulas vibraciones y de subrayados cadenciosos, propios de un intérprete de Shakespeare como a fin de cuentas era él. Emocionaos con su propia emoción al describir sus peripecias personales, el lazo que le unía a su caballo y el amor que puso en cada nuevo personaje que tuvo que protagonizar. Termina diciéndonos: "Dios les bendiga a todos". Creo que no existe testamento artístico más sentido y enternecedor que éste.