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Yakov Protazanov fue, junto a Gardin y Janzhónkov, uno de los padres del cine en Rusia. ¿Quién no ha visto, por ejemplo, ese exótico filme suyo de ciencia ficción, titulado "Aelita". ¿O "La dama de picas", por citar otra de sus obras maestras? Para hacernos una idea de su productividad, diremos que entre 1911 y 1920 realizó ochenta películas. Luego, al estallar la Revolución, se fue a otros países de la Europa occidental y allí siguió con sus tareas cinematográficas, ya fuese como guionista o director. Regresó a Rusia en 1923.
Su cine es de un refinamiento excepcional. Alterna planos de distintos lugares donde discurre la acción y con ello dota a la trama de un ritmo sin precedentes para esa época. Estamos por decir que buena parte del famoso montaje de Eisenstein partió de los postulados de Protazanov. A esta agilidad narrativa se añade un destacado sentido de la ironía, cuando no del más puro humor, algo que apreciaremos en los siguientes posteos, pero no en éste (o casi), ya que aquí nos vemos con un drama de grandes dimensiones.
Nadie podrá decir que los autores rusos, en especial los soviéticos, no nos ofrecieron un espíritu crítico con el tiempo y la política que les tocó vivir en su país. Lanzaban panfletos, es evidente, pero cuando denunciaban el sistema, las directrices y los dirigentes rusos, pre y post Revolución, no se andaban con chiquitas. Aquí lo podemos comprobar. La crítica que asesta Protazanov al Poder es amarga y sangrante, y nada mejor que hacerlo con unas imágenes que, aunque a veces rondan la parodia, sabemos que esconden una gran verdad: corrupción y abuso de ese mismo poder.
El hombre de este filme es un honrado y pacífico camarero, que en su profesión se las tiene que ver a diario con personajes de la más selecta sociedad, pero también con todas las lacras imaginables: la estupidez, la falta de sentimientos, la prepotencia y la versión más pútrida del ser humano. Ese camarero no busca las complicaciones, pero éstas sí lo buscan a él. Se verá agobiado por desgracias sin fin, hasta el límite que puede soportar un ser humano. Y con su explosión-respuesta a esas desgracias, aparecerá una violencia que él mismo desconocía. Por supuesto, no esperéis que se convierta en un Charles Bronson, recortada en ristre, de la noche a la mañana, ésa sería otra película.