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Genial intérprete, bellísima, inteligente y capaz de reírse de sí misma con múltiples parodias (véase "The patsy", donde imita a Pola Negri y Lillian Gish entre otras), a menudo a Marion Davies se la recuerda sólo por la crónica mundana de su dilatada relación con el magnate William Randolh Hearst, cuando sus aptitudes iban mucho más de esta simple anécdota. Cualquier película con ella dentro quedaba enriquecida, cualquier papel que interpretase ya no era una princesa, una cortesana, una chica de campo o una flapper: era "Marion Davies haciendo de...".
Intuitiva, entrañable en las escenas románticas y simpáticamente burlona en los momentos cómicos, hay que verla llorar con pleno sentimiento y veinte segundos después esbozar una tierna sonrisa cuando el enamorado la reconforta. Con ella se llenó una de las páginas más gloriosas del cine anterior al sonoro.
Una de las costumbres más antiguas que existían en Irlanda era este juego, que consistía en que, llegado el momento del matrimonio de una joven, ésta se movía entre un grupo de invitados a la boda y les preguntaba uno a uno: "¿Eres tú a quien yo amo?", hasta llegar a su futuro marido, quien respondía: "Sí, yo soy". Los novios se abrazaban y se iniciaba la ceremonia.
Con este tema como fondo, Aileen, una joven inocente que viven en un ambiente rural, se ve deslumbrada por un conocido y apuesto escritor que cuenta sus "conquistas" por docenas. Una vez que el individuo ha logrado sus propósitos, la abandona. Ella caerá en una gran depresión e incluso se trasladará a la capital para encontrar al escritor. Allí descubrirá la vida que éste lleva y su dolor será inmenso.
Dotada de unos escenarios preciosos, con exteriores bellísimos e interiores de castillos medievales, George W. Terwilliger deja discurrir la acción casi por inercia, con la ayuda de un buen guión y una Davies bien acompañada por el resto del reparto. Hay escenas tan bien resueltas como la del pozo de los deseos, y la secuencia final, con el "juego" ya descrito, es una maravilla de planificación y de gestión de extras.
Eddie Constanti