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Producción francesa de 1915, dirigida por el desconocido M. G. Leprieur en plena primera contienda mundial. Es, abiertamente, un vodevil de alto voltaje erótico que resulta inimaginable pensar qué rumbos y audacias podría contener hoy, si se filmase un remake sin las limitaciones que pudo tener esta versión en los inicios del sigle veinte. La trama comienza con el deseo de un padre de familia: con la excusa de casar a su hija, quiere visitar París para poder echar una canita al aire, tras largos años de privaciones en este sentido. A su llegada a la capital, le faltará tiempo para pedir una cita a una reputada "señorita de compañía" con el objetivo que todos imaginamos. Sin embargo, intervienen galanes imprevistos, pintores sin futuro e incluso un domador de leones, que complican la historia hasta extremos delirantes que incluyen escenas donde en la misma cama de una determinada señorita se reúnen hasta tres elementos masculinos. Que nadie espere, por supuesto, el más mínimo asomo de "destape". A lo sumo, medio segundo de una enagua o un liguero; pero las situaciones son, en sí mismas, digamos que abiertamente picantes. Interpretada por integrantes de la Comédie francesa, a poco que nos dejemos llevar lograremos pasar una hora divertida e instructiva, en el sentido que recuperar estas producciones, por menores que sean, nos adentran en los bastidores de este cine primitivo.
Eduard José Gasulla